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El temperamento Melancólico

Decíamos en el artículo del mes pasado que las personas con temperamento colérico son extrovertidas, optimistas e inclinadas a la acción y se caracterizan por reaccionar de forma enérgica e inmediata. Hoy voy a fijarme en las personas cuyo temperamento es el melancólico. Estas, son introvertidas y giran en torno a la IDEA. Por eso, dos de las notas característica que tienen es que suelen dejarse absorber por sus pensamientos y se pasan mucho tiempo deliberando sobre esas ideas que les ocupa toda su atención. Y al ser introvertidas no suelen expresar espontáneamente lo que llevan en su interior (sus opiniones, sus gustos, sus intereses). Esto significa que quienes conviven con un melancólico tengan dificultad para saber la opinión que tienen acerca de lo que sea.

Fortalezas

Si nos centramos en sus Fortalezas las podríamos describir de la siguiente manera: – Son personas fieles y leales que se interesan por los demás y se conmueven fácilmente.

– Piensan mucho las cosas, por lo que tienen una gran capacidad para analizar.

– En el trabajo, se anticipan a problemas potenciales y descubren soluciones creativas.

– Poseen una sensibilidad muy alta y aprecian lo bello y lo sublime.– Son perfeccionistas y propensas a la genialidad.

– Les gusta el orden.

– Son concienzudas y persistentes.

Debilidades

Y si enfocamos nuestra mirada en sus Debilidades podríamos describirlas así:

– Suelen “vivir en otro mundo” dado que se pasan el tiempo centradas en sus pensamientos.

– Tienen temor a la acción por la posibilidad de no hacerlo bien. Las puede el pesimismo.

– Sienten una gran necesidad

de aprobación y motivación porque

les falta seguridad.

– Tienden a ser hipocondríacas (sufren imaginándose qué les puede pasar si…).

– Se concentran en sí mismas, escuchan lo que les conviene y adoptan una actitud negativa.

– Fácilmente se siente ofendidas y les cuesta perdonar. Guardan en su interior los listados de agravios que aprovecharán para vengarse.

– Su humor es muy cambiante porque suelen ser dominadas por las emociones. Con este esbozo genérico y los matices peculiares de cada persona, se pueden ver qué aspectos le viene bien trabajar (hoy, ahora, a esta hijo) para educar su carácter. Recordemos que el carácter es el resultado de actuar o no, sobre el temperamento. Por lo tanto, es el resultado del esfuerzo de cada uno para modificarlo y mejorarlo. De esta manera, con una orientación adecuada, los padres pueden aportar una ayuda eficaz a sus hijos para que aprovechen lo positivo que les ofrece su temperamento y amortigüen los impulsos biológicos o los instintos menos deseables que también tienen por temperamento. Abundando en la idea: si el temperamento son respuestas asociativas de tipo automático a los estímulos emocionales básicos que se reciben y que consolidan unos hábitos y desarrollan unas habilidades, el carácter hace referencia al resultado de la actuación de la persona (mediante la orientación o la autorrealización) que influye en sus respuestas y predispone a consolidar una actitud ante el yo y ante los demás, teniendo como telón de

fondo que somos seres relacionales.

Aspectos a trabajar

Los aspectos que yo trabajaría especialmente son:

La susceptibilidad. Dado que tienden a guardar dentro las vivencias negativas y a darle vueltas en su cabeza, es algo prioritario ya que les hace mucho daño porque el “pedaleo negativo” alimenta un rencor que se va cocinando a fuego lento y –conforme pasa el tiempo– crece y se convierte en sentimientos de venganza que no son buenos.

El dominio de sí mismos

Lo primero que hay que saber es que si una persona tiende al pesimismo (tendencia a ver solo el lado negativo de la realidad) y a sentir ansiedad (que provoca inquietud por cosas sin importancia) tiene que incorporar en su proceso de deliberación el realismo y el optimismo. Por ejemplo, como tienden a exagerar las dificultades, conviene que piensen: “en realidad, las cosas no van tan mal” dado que “el 90%  de los problemas que me hacen sentir mal… sólo existen en mi imaginación”. Que se centren en los datos que ofrece la realidad.

Normalmente cuando no vemos –o no sabemos– cuáles son nuestros puntos débiles, estamos posicionados en un punto ciego y corremos el riesgo de dejarnos llevar por el sentimiento negativo que domina nuestra percepción en ese momento. Por eso, una buena terapia es cultivar el realismo, desechando dicho pensamiento y sustituirlo por otro con tintes positivos. Y una sugerencia más: ¡qué bien les viene ejercitar el sentido del humor a través de lecturas de situaciones divertidas!

El espíritu crítico. Dada la tendencia que tienen al perfeccionismo y a buscar defectos, les cuesta lanzarse y poner en acto los proyectos que tienen en su imaginación, ya que sobre el papel todo resulta perfecto. Pero pasar de las ideas a la realidad es otra cosa, porque es ahí donde se manifiestan los errores y las imperfecciones humanas. Y eso es lo que les paraliza y les lleva a criticar a los demás y a criticarse a sí mismos internamente. Una buena terapia para estos momentos es un despliegue de muestras de cariño y de confianza. Así, se habituarán a afrontar riesgos, a actuar y a trabajar en equipo. Por eso, les viene bien ponerse como objetivo conseguir ser audaces para lanzarse y emprender los desafíos personales que tienen en su imaginación.

Por último, conviene no perder de vista que todo temperamento, como los colores, tiene sus matices, por lo que dos personas que sean melancólicas tendrán tendencias similares, pero al mismo tiempo, otras en las que diferirán la una de la otra.

Lo importante es que, al adquirir, mediante el esfuerzo personal, las virtudes, limarán los defectos derivados de sus puntos débiles. Y como el melancólico tiene facilidad para analizar sus fortalezas y debilidades, si lucha, por ejemplo, por adquirir la empatía, la amistad y la comprensión, tendrá más fácil la interacción con los demás porque luchará por vencer esos estados de ensimismamiento que le alejan de los demás. Y no perdamos de vista que un punto fuerte del melancólico es que sabe soñar lo que le proporciona facilidad para marcarse objetivos quesean nobles y elevados.