Los fieles rezaron, hicieron silencio, cantaron, veneraron la reliquia, conocieron más la vida de San Antonio, y sobre todo, sintieron la presencia de Dios entre ellos. Como dijo Mons. Fabio Duque, obispo franciscano que presidió la Eucaristía, en su homilía: «solo porque Cristo ha resucitado y nos ha dado la vida eterna, podemos ser santos. Y todos estamos llamados a la santidad. San Antonio nos ayuda en este camino. Él es nuestro patrono».
Los niños fueron los primeros en dar la bienvenida al santo, y participaron con alegría en la celebración. Los jóvenes entusiasmaron con su representación de la vida de san Antonio. Las familias, las madres, el grupo de Cáritas, cada uno tuvo su momento de oración, la celebración y el coro parroquial.