Cuando hablamos de enseñanza y educación hay que tener presentes dos aspectos muy importantes y diferenciados, que podríamos denominar: formación e instrucción. La segunda, la instrucción es el conjunto de conocimientos que se transmiten a los alumnos sobre las materias objeto de estudio; la adecuada preparación técnica del profesorado y una adecuada exigencia académica o nivel de conocimientos permitirán que la juventud salga preparada para trabajar de manera eficiente en la vida. Desgraciadamente en la actualidad el nivel, tanto en las enseñanzas obligatorias como en la formación profesional y enseñanza universitaria los niveles españoles no son, en general, los deseables
El otro aspecto, desde nuestro punto de vista, más importante, humanamente hablando, sin por ello disminuir un ápice la importancia de la instrucción, es la formación de la juventud.
La formación engloba todos aquellos aspectos éticos, morales y religiosos, que deben ir adquiriendo los jóvenes a lo largo de su proceso de maduración humana, para prepararse para, unida a su instrucción profesional, estar preparados para cimentar en valores la que va a ser su vida social y familiar.
Campo de enfrentamiento ideológico
Históricamente el control de la enseñanza ha sido un campo de batalla de las diferentes corrientes ideológicas sobre la forma de entender la vida; basta para ello hacer un rápido repaso a los últimos cien años de Historia de España.
La situación, podríamos afirmar, que se ha agravado en los últimos 40 años, prueba de ello es que constantemente se cambian las leyes, se introducen temas como “Educación para la ciudadanía”, como instrumento de ideologización de la adolescencia y juventud.