"San Columbano multiplicando los alimentos para sostener a los monjes". Vidriera moderna de la abadía de Luxeuil (Francia).
Italia
El reino de los ostrogodos llegó con Teodorico, a principios del siglo VI, a gran esplendor, y aunque arriano, favoreció al catolicismo. Solamente al fin de su reinado, se dejó llevar de su fanatismo arriano.
A la muerte de Teodorico se debilitó muchísimo, por lo cual Justiniano I logró someterlo. Desde el año 753 casi toda Italia quedó reducida a provincia bizantina, gobernada por un exarca residente en Rávena. La Iglesia católica pudo desarrollarse libremente.
El exarca bizantino Narsés, en venganza por haber sido depuesto, llamó a los lombardos, los cuales entraron en el norte de Italia, capitaneados por Alboin, en 568, y establecieron un reino lombardo al norte. Desde entonces dominaron los lombardos en todo el Norte, y los bizantinos en el resto de Italia. La Iglesia tuvo que sufrir mucho de parte de los nuevos dominadores del Norte, que sólo poco a poco fueron abazando el Cristianismo.
El pontificado de San Gregorio Magno (590-604) tuvo una significación extraordinaria. Distinguióse de un modo especial en el gobierno de Roma y de la Iglesia en Italia, procurando hacerse respetar de los lombardos y de los bizantinos; fue defensor acérrimo de la Iglesia universal, particularmente del primado en Oriente y Occidente; reorganizó el patrimonio de San Pedro, poniendo la base de los Estados Pontificios; contribuyó eficazmente a dar a los nuevos pueblos cristianizados la cohesión y firmeza religiosa que manifestaron desde entonces.
Islas británicas
Al retirarse las legiones romanas, desde el año 428 comenzaron las invasiones de los anglosajones, los cuales destruyeron casi por completo los núcleos cristianos allí existentes. Estos quedaron reducidos al territorio de Gales.
En Irlanda fue su verdadero apóstol San Patricio, quien primero, en 429, y sobre todo desde 432, ya obispo, trabajó incansablemente por su evangelización. Fomentó de un modo especial los monasterios, entre los que son célebres los de Bangor y Armagh. Murió hacia 462.
En Escocia trabajó desde el año 412 San Niniano, y más tarde San Gildas. Pero, sobre todo, fue célebre San Columbán, quien fundó en 563 el gran monasterio de Hy o Iona.
Los cristianos de la Gran Bretaña, reducidos al País de Gales, apenas pudieron desarrollarse.
San Gregorio Magno envió en 596 a San Agustín con treinta y nueve monjes, los cuales iniciaron la conversión de los anglosajones. Su rey, Etelberto, recibió pronto el bautismo, y, venciendo innumerables dificultades, se completó durante el siglo VII la evangelización de todo el pueblo de los anglosajones. A ello contribuyeron particularmente San Wilfrido, quien consiguió la unión de los antiguos cristianos de Gales, y Teodoro de Tarso, quien completó la jerarquía.
En lo sucesivo, la Gran Bretaña e Irlanda se convirtieron en plantel de monjes, que pasaban al continente para trabajar en su evangelización. Uno de los más célebres fue San Columbano (+615) del monasterio de Bangor, el cual salió en 590 para el continente, fundó en la parte oriental de Francia el monasterio de Luxeuil y continuó luego trabajando incansablemente en Suiza y norte de Italia, donde fundó el monasterio de Bobbio.
Compendio de Historia de la Iglesia Católica
Bernardino Llorca, S.F.