Origen del gnosticismo - Mezcla de ideas filosóficas y concepciones cristianas, el gnosticismo se presenta en el siglo II como un enemigo solapado del Cristianismo. Su peligro especial provenía del ropaje de ciencia con que se presentaba, que fascinaba a las personas cultas. Comúnmente se admite que el gnosticismo fue una de tantas formas de sincretismo, parecida a la de los neoplatónicos. Así, pues, juntaba elementos de la filosofía helénica con otros de la cosmogonía persa, y algunos del Cristianismo y diversas religiones orientales.
Elementos comunes a los varios sistemas - Entre los variadísimos sistemas del gnosticismo, pueden distinguirse algunos elementos comunes. Ante todo, la distinción básica entre el principio bueno, o Ser supremo, y el principio malo, o la metería. La teoría de los eones, o emanaciones del ser supremo. La explicación del problema del mal por la rebelión de uno de estos eones. La redención o liberación de las partes buenas mezcladas con la materia. La distinción de las tres clases de hombres: gnósticos, o perfectos; psíquicos, o cristianos sencillos; hílicos, o infieles.
Sectas gnósticas - Ante todo, a mediados del siglo II aparecen los llamados gnósticos palestino-sirios, entre los cuales sobresale Saturnilo, quien fundó su sistema sobre la base del dualismo persa.
Al mismo tiempo adquirieron gran renombre y muchos partidarios los gnósticos alejandrinos, que formaron muchas sectas. Sus principales jefes, fueron: Basílides, quien enseñaba el año 130 y pretendía haber recibido su doctrina de un discípulo de San Pedro; Valentín, hombre de gran talento, quien elevó a su apogeo la gnosis alejandrina. Él es quien representa mejor los elementos característicos del gnosticismo.
Además, se hicieron célebres Bardesanes, Carpócrates y Taciano, con los encratitas, y los diversos grupos llamados ofitas.
Marcionismo - Emparentado con los gnósticos, se presenta Marción, muy discutido modernamente y presentado por los protestantes como un elemento reformador al estilo de Lutero. A diferencia de los gnósticos, parte del Cristianismo; pero influido por el gnóstico Cerdón, su sistema está basado en la oposición irreductible entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Llevado de sus ideas, se formó un canon propio, del que excluye todo el antiguo Testamento y gran parte del Nuevo.
Maniqueísmo - Como nueva forma del gnosticismo, puede ser considerado el maniqueísmo, que tuvo su desarrollo en el siglo III. Precisamente los hallazgos recientes de algunos escritos de Maní proyectas nueva luz sobre su vida y doctrina. Maní predicó sus ideas en la India hacia el año 240; Luego en Persia, donde después de muchos años fue preso y ajusticiado cruelmente. La base la forma la oposición eterna entre Ormuzd y Ahriman, el bien y el mal. Son típicos igualmente los diversos elementos que los rodean, y, sobre todo, la teoría del Jesús patibilis, que son partecitas de luz mezcladas en la materia, y Jesús impatibilis, que es eón encargado de librarlas. Maní es el enviado de Dios, cuyas enseñanzas se compendian en los tres sellos: las manos, que es abstención de trabajos serviles; la boca, abstención de carne y vino; seno, privación del matrimonio. Frente a la Iglesia católica, Maní organizó la suya. En los siglos III y IV significó gran peligro para el Cristianismo. Por esto los emperadores cristianos llegaron a castigarlo con la pena de muerte.
La Iglesia frente al gnosticismo - Frente al inmenso peligro de las especulaciones gnósticas, la Iglesia procedió con energía y decisión. Uno de los medios más eficaces para su defensa fueron los escritos polémicos, particularmente de San Ireneo, Hipólito, Tertuliano y otros, de que se habla en otro lugar.
Pero, además, la Iglesia tomó algunas medidas prácticas. Tales fueron: excluir de las comunidades a los herejes gnósticos, y muy particularmente señalar con esta ocasión el canon de la Sagrada escritura, es decir, los libros del Nuevo Testamento, que debían ser considerados como inspirados por Dios. Esto era necesario, pues corrían muchos escritos gnósticos presentados como canónicos o inspirados por Dios, con lo que muchas personas eran engañadas.
Compendio de Historia de la Iglesia Católica
Bernardino Llorca, S.J.