Los racionalistas y protestantes se obstinan en negarlo; pero los hechos lo demuestran. San Pedro ejercía, y todos lo reconocían, esta autoridad única. Por esto, siempre aparece el primero en las listas; habla siempre en nombre de todos; propone resoluciones; es consultado por otros.
Asimismo, los obispos de Roma, sucesores de San Pedro, ejercen de hecho, la autoridad suprema, y esta autoridad es reconocida.
Diócesis y sínodos
Ya en San Pablo y en los demás apóstoles vemos que establecen Iglesias particulares en las poblaciones evangelizadas. Estas forman el punto de partida de la organización cristiana. Si la población era grande, se iban formando varios núcleos. Varios de estos núcleos o de estas Iglesias quedaban sometidas a un Apóstol y luego a un obispo, su sucesor opuesto por él. Eran las diócesis.
Pero el desarrollo histórico trajo consigo la reunión de varias de estas diócesis, formando lo que se llamó una región o provincia eclesiástica. Así surgieron los Metropolitanos, y más tarde los Patriarcas; pero todos reconocían el Primado del Pontífice romano.
Uno de los objetos principales de las provincias eclesiásticas era la celebración de consultas y reuniones, denominadas sínodos o concilios, que ya comienzan a aparecer en este periodo.
Culto Cristiano: Sacramentos y Liturgia
EL BAUTISMO. La iniciación en la Iglesia católica se realizaba por medio del bautismo. Antes de recibirlo era necesaria la instrucción suficiente, que se realizaba en el catecumenado. Este se fue organizando y sistematizando durante los siglos II y III, y se fijó su duración en dos años. Los catecúmenos sólo podían asistir a una parte de la liturgia y en lugares destinados para ellos.
Terminada la preparación, o el catecumenado, se procedía a la administración del bautismo, que se realizaba solamente en las grandes fiestas de Pascua y Resurrección y alguna otra. El uso primero fue la inmersión, que luego fue generalmente sustituida por la infusión.
EUCARISTÍA. El acto más típico del culto cristiano fue desde un principio la Eucaristía. Por esto se la llamaba por antonomasia la liturgia, que fue rodeada de un conjunto de ceremonias que la hacen sobresalir entre todos los actos del culto. Este conjunto de ceremonias, en un principio, fue denominado fracción del pan, y más tarde, misa. Bien pronto se distinguió la misa de los catecúmenos, que formaba la primera parte, y la segunda, que era la misa de los fieles, que culminaba en la Consagración del pan y del vino y la comunión de todos los presentes.
PENITENCIA. El desarrollo y la práctica de la penitencia constituyen uno de los puntos más interesantes y controvertidos. Consta, en primer lugar, que ya los Apóstoles hicieron uso del poder de perdonar los pecados. Sin embargo, se advierte en la práctica de estos primeros siglos una tendencia a hacer poco uso de este poder.
De ahí tomaron pie algunos disidentes para defender un rigorismo exagerado, de que se ha hablado en otro lugar. Frente a este rigorismo, la Iglesia introdujo la práctica de la penitencia pública, consistente en un conjunto de obras que a veces duraban meses y años antes de obtener el perdón.
OTROS SACRAMENTOS. De los otros sacramentos son escasas las noticias que poseemos. Consta, sin embargo, suficientemente la existencia de la imposición de manos, que unas veces equivale a la Confirmación, otras al sacramento del Orden. En éste se distinguen perfectamente los diferentes grados ya indicados: presbiterado y diaconado, al que se añadió el subdiaconado, como órdenes mayores; y no mucho después aparecen las órdenes menores. A partir del siglo III, está ya claramente atestiguado el matrimonio como sacramento.
Compendio de Historia de la Iglesia Católica
Bernardino Llorca, S.J.