Hay padres y madres que piden que alguien les sustituya en la tarea de educar a sus hijos. Y es que la misión paterno-materna de educar no es nada fácil...

Suele ser común ver a un niño rodeado de juguetes y oírle decir “me aburro, no sé qué hacer”. Y pasa que cuantas más cosas tienen… mayor es la sensación de aburrimiento que experimentan...

Existe una manera de mediar con los hijos y es aprender a hacer las preguntas precisas en situaciones que se repiten en el tiempo y que repercuten negativamente en la convivencia del hogar.

La educación de los hijos –en estos momentos– donde el ambiente está impregnado de relativismo, sólo puede tener éxito si el mensaje que se les transmite con cuerda con las vivencias en el hogar.

Con frecuencia podemos tener la sensación de que no avanzamos nada y que el esfuerzo que hacemos repitiendo las mismas cosas cada día sirve de poco. Pero no es así. La constancia es imprescindible para mejorar y ayudar a mejorar.

El mejor regalo que unos padres pueden hacer a un hijo es que perciba y vea que se aman. Ello le genera una gran seguridad y tranquilidad.

Llevo varios programas de radio hablando de cómo prevenir a los hijos del peligro que conlleva la influencia de las posturas y opiniones de los amigos cuando están en la pandilla y carecen de unos buenos resortes por falta de conocimiento, vivencia y entrenamiento.