respondieron a la llamada del Papa Francisco a“salir a las periferias territoriales y existenciales” a través del proyectoCapilla País. De esta forma, misionaron en 16 pueblos de Chile para compartir con la comunidad, evangelizar y dejar además un gran regalo: una capilla.
Los jóvenes se distribuyeron desde Copiapó hasta Puerto Montt, de norte a sur, entre el 3 y 13 de Enero para crear fuertes lazos con la comunidad y apoyar a las comunidades con material de formación espiritual.
“Hacer comunidad es un pilar importante del proyecto. No solo vamos a construir, sino que realizamos varias actividades con la comunidad: bingos, procesiones, talleres, actividades, bailes y juegos, entre otros. Gracias a esto y a la construcción en conjunto con la comunidad se crearon lazos importantes”, comentaron a ACI Prensa los encargados de Difusión, María José Valdés y Javier Ithurbisquy.
Capilla País es parte de los nueve programas de misión y voluntariado de la Pastoral de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Su misión es construir 50 capillas en zonas de alta vulnerabilidad durante los veranos de 2015, 2016 y 2017. Hasta el momento llevan construidas 25 capillas en lugares propuestos por los obispos de cada diócesis.
El proyecto se realiza en lugares muy poblados de bajos recursos. “Este crecimiento demográfico no ha ido acompañado de un crecimiento de la Iglesia Católica, lo que ha conllevado a un aislamiento tanto físico como evangelizador, no han podido desarrollar su fe de manera íntegra”, explicaron.
En la ciudad de San Felipe, V Región, el Párroco de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo, P. Cristóbal Miranda, recibió alrededor de 25 jóvenes en la población Juan PabloII y comentó a ACI Prensa la importancia del proyecto.
“Nosotros nos reuníamos en la sede comunal. Hacíamos misa, encuentros, todo ahí. Pero, no es lo mismo. Por lo que el primer impacto de Capilla País es tener algo propio, sentir a Dios como propio, una casa del Señor, donde nadie es discriminado, ni apartado, sino todos escuchados y acogidos”.
“Un segundo impacto -continuó- es la presencia de los jóvenes. Chiquillos sencillos, generosos, entusiastas y con mucho esfuerzo. El testimonio de ellos es muy potente. Yo lo vi y creo que la comunidad también lo percibió”.
El diseño del lugar está pensado en la acogida y apertura a la comunidad, es un modelo único propuesto por los alumnos de arquitectura de la universidad, Michael Comber y Gerardo Infante, junto con el ex-alumno de la misma escuela Pablo Irarrázaval.
“Es eficiente, resistente, flexible y de bajo costo constructivo, lo que no quita la imponencia y dignidad que todo lugar de oración conlleva”,describe la página web.