La solemnidad del Corpus Christi celebra la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía y es una de las principales festividades del año litúrgico. Se conmemora el primer jueves después de la Santísima Trinidad, aunque en muchas diócesis se ha trasladado al domingo siguiente por razones pastorales. La celebración incluye la misa y una procesión con la Sagrada Hostia en una custodia, acompañada por autoridades civiles y religiosas y vistosas representaciones. Las calles se adornan con flores y decoraciones en honor a la Eucaristía.
La fiesta se originó en el siglo XIII en Lieja, Bélgica, gracias a las visiones de Santa Juliana de Cornillon. En 1246, el obispo Roberto de Thourotte la instituyó en su diócesis. Un milagro eucarístico en Bolsena en 1263 impulsó al Papa Urbano IV a establecer la festividad para toda la Iglesia en 1264, encargando a Santo Tomás de Aquino la composición de los himnos y la misa correspondiente.
La Iglesia enseña que Cristo está presente en la Eucaristía de manera real y sustancial, y que este sacramento debe ser objeto de adoración. El culto eucarístico profundiza la relación con Jesucristo y fortalece la fe, la esperanza y el amor.
El Corpus Christi es una de las festividades más importantes en los países de tradición católica, combinando su significado religioso con tradiciones y manifestaciones culturales propias de cada región.
