En verano, los agricultores inician la recolección de la cosecha, tarea que se extiende hasta septiembre u octubre. Durante estos meses, llegan "temporeros" de diversas partes del mundo para ayudar en la cosecha y ganar un salario. La Iglesia, a través de Cáritas, busca acoger y apoyar a estos migrantes, asegurando que trabajen en condiciones dignas y reciban un salario justo.
Carmen Pilar Burillo, coordinadora de migraciones en Cáritas diocesana de Ciudad Real, explica que desde mayo han llegado temporeros para la recolección del ajo, y se espera más afluencia a partir de julio para la campaña del melón y posteriormente la vendimia. Estos trabajadores provienen principalmente de Marruecos, Rumanía, África Subsahariana y Latinoamérica, y muchos de ellos están en situación administrativa irregular, lo que los hace vulnerables a abusos laborales.
Cáritas, a través de sus parroquias, organiza la atención a los temporeros, evaluando si reciben el salario mínimo y si se cumplen los convenios agrícolas. También se aseguran de que tengan cubiertas sus necesidades básicas y les ofrecen orientación laboral. Sin embargo, se detectan vulneraciones de derechos, especialmente para aquellos en situación irregular, incluyendo intermediarios que retienen parte de sus salarios.