Las mejores anécdotas de los Papas, se detallan a continuación:
Sixto V: Un día invitaron al Papa a asistir a un “milagro” en una Iglesia de Roma, una Cruz que sangraba. Llegado al lugar, se dio cuenta de que algo no andaba bien. Entonces hizo que le trajeran un hacha, y delante de la cruz dijo: “Como Cristo te adoro, como leña te corto”. Efectivamente se descubrió el engaño, pues de dentro de la Cruz salieron esponjas embebidas de sangre. Gracias a esa perspicacia con la que reaccionó el Pontífice, se difundió entre los romanos el dicho: “Como Papa Sixto, que no perdonó ni a Jesucristo”
León XIII: El Papa había llenado los Huertos Vaticanos de animales que le regalaban durante su Papado. Un día, paseando por el huerto, casi lo tira al suelo una gacela qué pasó a toda velocidad. Todos los presentes se aterrorizaron, pero el Papa, enseguida y con mucha tranquilidad para calmar a todos, dijo: “¿Adónde se ha visto que un “León” tenga miedo de una indefensa gacela?”
Otra de León XIII: Un día concedió una Audiencia a un señor español, que muy agradecido le dice: “Le agradezco Su Santidad por esta gran ocasión, piense que días antes de morir Pío IX, también me concedió una Audiencia”, a lo que el Papa expresó: “Si hubiese sabido antes que usted es tan peligroso para los Papas, hubiese pospuesto por algunos años este encuentro.
Pío XII: Esta anécdota la cuenta el propio Papa, y sucedió con dos Cardenales durante su reinado. Un tal Monseñor, de nombre Espíritu de María Chiappetta (Nalguita, en italiano) se demoraba en una habitación arriba de Monseñor Tardini. Mons. Chiappetta tenía la mala costumbre de mover muebles de noche, con lo que Monseñor Tardini ordenó a una monja decirle que si no dejaba de hacer ruido, a la noche iría él personalmente y lo agarraría a patadas en su apellido. Entonces Pío XII hizo llamar a monseñor Tardini, pidiéndole un explicación por su comportamiento, a lo cual él respondió: “No podía decirle que lo agarraría a patadas en su nombre. Se llama Espíritu de María”.
Juan XXIII: El Papa “bueno” también era muy conocido por ser muy bromista. Durante un discurso, dijo: “Me sucede continuamente el despertarme de noche y comenzar a pensar en una serie de graves problemas. Entonces tomo la valiente decisión de ir en la mañana a hablar con el Papa. Entonces despierto completamente, y me acuerdo que el Papa soy yo”.
Otra perlita la encontramos cuando era Nuncio en Francia, en un recibimiento, le presentaron al rabino jefe de París, con el que Monseñor Roncalli entabló una amable conversación. Cuando los huéspedes pasaron al salón, el rabino invitó gentilmente al Nuncio a precederle. Roncalli le respondió: “Por favor, antes el Antiguo Testamento…”
Pablo VI: Un día llama al Convento del Santo Espíritu de Roma, y responde una monja diciendo: “Hola, soy la Madre Superiora del Espíritu Santo”; y en seguida el Santo Padre responde: “Lo lamento, tendrá que conformarse con el humilde vicario de Cristo en la tierra”.
Juan Pablo II: Durante un Cónclave, se le acercó un Cardenal anciano al Cardenal Wojtyla, para reprocharle cierta conducta. “Eminencia, he oído que usted esquía, escala montañas, anda en bicicleta, nada... No creo que esto sea acorde con un Príncipe de la Iglesia”. A lo que él contestó: “¿Pero usted sabe que en Polonia el 50 % de los Cardenales se dedica a estas mismas actividades?”. La respuesta del Cardenal Wojtyla fue muy inteligente, ya que en aquel tiempo en Polonia había solo dos Cardenales.
Papa Francisco: Con su “picardía argentina” nos regala más de una anécdota aquí solo mencionaremos dos de sus llamadas telefónicas:
La primera llamada como nuevo Papa electo: “Buenos días, soy el Papa Francisco, quisiera hablar con el Padre General”, dijo el Pontífice argentino, a lo que el portero de los jesuitas respondió: “¡Y yo soy Napoleón!”.
Y el día que llamó a las Carmelitas de Lucena (Córdoba) para saludarlas, en ese momento estaban rezando, por eso no atendieron a la llamada de Bergoglio, dejando el siguiente mensaje en el contestador automático: "¿Qué andarán haciendo las monjas que no pueden atender?".