Pero diganme si no es una gran alegría cuando nos sorprendemos con gestos o palabras que no esperábamos de las personas. Y es que definitivamente las apariencias engañan, y no podemos dejarnos llevar por miradas superficiales para juzgar a los demás. «Snack Attack», elaborado por Eduardo Verástegui y su productora Metanoia Films, nos grafica un claro ejemplo de la importancia de no juzgar a las personas por su apariencia, sino dejarnos sorprender por la generosidad que puede esconderse en el corazón del otro.
Les confieso que cuando lo vi por primera vez, no dejé de enojarme con la actitud «fresca» y desconsiderada del joven, que se aprovechaba de la anciana sin saber el esfuerzo que le había costado obtener ese paquete de galletas. Inmediatamente vinieron a mi pensamiento ideas como «es que los jóvenes de hoy en día…», podría decirse que me transformé en la anciana del video. Pero qué sorpresa pude llevarme al final de la historia al constatar la generosidad enorme de este joven que no tuvo reparo en compartir hasta la última de sus galletas, sin reprocharle nada a la anciana que molesta le seguía «robando, y al contrario, ofreciéndole una sonrisa y compartiendo con una desconocida su snack con tanta libertad y tranquilidad. La actitud del joven contrasta sin duda con la de la anciana, que en todo momento pensó solo en ella, en el valor que tenía ese paquete de galletas que tanto trabajo le costó, y en ningún momento demostró intenciones de compartir.
Es bien conocida la cita bíblica de Hechos de los Apóstoles: «Hay más alegría en dar que en recibir», pero qué fácil se nos olvida esta verdad! La alegría, la tranquilidad, la paz son frutos de la generosidad, y estos aumentan en la medida en la que más valioso sea para nosotros eso que compartimos. En lugar de formarnos prejuicios, vivamos esta dinámica de dar, de entregarnos generosamente a los demás, combatamos esta cultura de la desconfianza que nos construye muros y nos hace vivir a la defensiva, arriesguémonos a mirar más allá, podríamos sorprendernos con personas muy valiosas, que sean para nosotros ejemplo de verdadera generosidad, o tal vez, podríamos convertirnos en aquella persona cuya sonrisa, saludo, gesto de bondad, cambie el día gris de aquellos que nos cruzamos en el metro, en la calle, en el supermercado, y nos devuelva la esperanza en la humanidad.