¿Los defectos de la Iglesia? ¿A qué se refiere? ¿San Pablo no la proclamó “sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada” (Ef 5, 27)? Es posible que el Obispo de Roma no sepa hacer la distinción entre la Iglesia como institución divina y sus hijos pecadores… pero en ese caso, el defecto estará en él, no en la Iglesia.
En sentido contrario, tal cuestión siempre fue clara para cualquiera mínimamente instruido. Francisco tal vez no se acuerde de que la Iglesia divina acoge en su seno hijos defectibles, y a éstos les proporciona todos los medios para que dejen de pecar. Si se refiere a la parte divina, realmente no cabe encontrar defectos. Pero si alude a la parte humana, no es precisamente el momento de taparlos, una vez que son tantos los escándalos que estamos obligados a escuchar cada día, motivo de gravísimo peso para todo aquellos que buscamos cumplir las leyes de Dios y de la misma Iglesia.
Si Francisco quiere saber si amamos a la Iglesia como a nuestras madres, le respondemos que sí y por eso nos duele constatar que haya públicamente ofendida por aquel que está llamado a defenderla. Y a ese respecto, preguntamos cuál es el hijo que inventa mentiras de su madre y las dice a todo el mundo so pretexto de mostrar amor. Recordemos las palabras de Gregorio XVI: “Es completamente absurdo e injurioso en alto grado el decir […] o pensar siquiera que la Iglesia está sujeta a defecto, a ignorancia o a cualesquier otras imperfecciones” (Encíclica Mirari vos, 15 de agosto de 1832).
No negamos que en el seno de nuestra Santa Madre Iglesia haya muchos pecadores, pero tampoco podemos confundir los hijos con la Madre. Y estos pecadores, recordémoslo también, no necesitan de comprensión para sus defectos, sino de apoyo para convertirse, lo cual incluso, puede significar la necesidad de castigarlos. ¿O es que la misericordia de Francisco nos lleva a ignorar los pecados de quien los comete y atribuirlos a la Esposa Mística de Cristo? En este caso, el pecado mayor lo comete quien dice semejante aberración…