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La persecución a la Iglesia en China

Un seminarista chino relata la situación:Cuando entré en el seminario, El curso más joven - casi todos teníamos 17 años - vivíamos en una cueva, construida por los seminaristas mayores en una montaña tan alta, que nos parecía vivir en el cielo. Aquella era nuestra capilla, nuestra aula de clase, y también el comedor.

“Debajo de nosotros había una aldea, de unos 100 habitantes, todos católicos. Eran los que nos protegían, y los que nos subían el arroz, la harina y las verduras. El tiempo de formación son diez, como mínimo.

“Cuando alguno está enfermo, o le duele el estómago, o la pierna –porque hay mucha humedad–, el formador suele decirle bromeando que son síntomas de vocación, porque casi todos los curas tienen tales enfermedades. ¡Pues, ya ves cómo Dios confirma la llamada!

“Los policías se enteraron de la existencia de un grupo de los nuestros, que vivían en otra montaña. El formador, sin pensar ni un segundo, nos mandó huir. “Nos dijo el Rector que los seminaristas detenidos recibieron una condena de tres años de cárcel, y que tenían que cavar piedras, ya que el sitio era montañoso y hacía falta construir caminos.

“La Iglesia en China lleva siglos de persecución. La sangre de los mártires, semilla de los nuevos cristianos, está brotando. Una primavera del cristianismo está llegando a China. Cada año, a pesar de la falta de libertad religiosa, miles y miles chinos se bautizan. Es necesario que la gente conozca un poco más cómo viven los seminaristas en China, porque se habla mucho de la apertura de China, el desarrollo de China, incluso de la mejoría de las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y China, como si en China hubiera libertad religiosa ya.

“La cuestión de fondo está en el sistema político: para el comunismo no existe la persona, por consiguiente, ni sus derechos, y mucho menos la libertad religiosa.”