La pequeña subió al escenario visiblemente nerviosa y comenzó a cantar con una fuerza y un sentimiento nunca vistos la famosa aria: «Nessun Dorma», una pieza de gran dificultad que su madre le había ayudado a elegir. Cuando termina de hacerlo todo el teatro se pone de pie ante la asombrosa interpretación de la niña.
Laura y su voz son una muestra de que la humildad es siempre una puerta abierta para sacar lo mejor de nosotros. Todo lo que tenemos nos ha sido dado y nuestra vida consiste en ponerlo al servicio de los demás. En este sentido es muy acertado lo que le dice uno de los jurados: «lo hace más especial el hecho de que seas una persona tan dulce, tan humilde, nada consciente de lo asombrosa que eres».
Y es que nuestros dones, lo que ha sido puesto en nuestro corazón, está hecho para darse, para ser compartido; no para engrandecernos a nosotros mismos, sino para edificarnos mutuamente con apertura y sencillez. Laura es una muestra viva de ello, su voz es un regalo para todos.