Desde finales del siglo XIX y a lo largo del XX se extendió la práctica de colocar en la puerta de entrada de la casa una placa con la imagen del Corazón de Jesús.

Se trata de una meditación sobre la Encarnación en tres puntos, muy breve, eminentemente lógica y bien hecha

La primera meditación es: El Ángel del Señor anunció a María, y ella concibió del Espíritu Santo. La segunda es: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. La tercera es: Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

En Fátima, Nuestra Señora no habló solo para Portugal, sino para el mundo entero. Hablando a los pequeños pastores, Nuestra Señora quiso hablar al mundo entero, exhortando a todos los hombres a la oración, a la penitencia y a la enmienda de vida.

La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida. Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido.

Era muy frecuente, y aún lo es, encontrarse en las puertas de las casas una placa con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. A veces acompañada de la jaculatoria “en Vos confío” o, en otras más grandes, una de sus grandes promesas: “Bendeciré las casas en que la imagen de mi corazón sea expuesta y honrada”.

En la Biblia no se buscan los textos por el número de la página en que aparecen. Existen multitud de ediciones y es muy probable que no coincidamos con la personaa la que nos dirigimos. Por ello se utilizan las citas que recogen la información necesaria para poder encontrar el texto deseado

A la hora de responder a esta pregunta, debemos partir de una premisa bien clara: la Biblia no se escribió toda de una vez. Ni siquiera el orden actual de los libros se corresponde con el orden cronológico de su redacción. Nos encontramos ante un proceso largo y complejo.