Hace unos días me invitaron a participar con mis hijos de clases de yoga. Personas que conozco y quiero a mi alrededor incorporaron estas prácticas para su vida.

Aseguran que el yoga les hace bien, que les quita dolores de espalda, reduce su stress y ansiedad, etc…

Buscando despertar en mis niños de 11, 9 y 7 años la imaginación y enriquecerlos culturalmente, disfruto leyéndoles todas las noches...

Mientras vigilo la temperatura de unas claras de huevo para hacer un merengue suizo, de pie en la cocina, encuentro un momento de concentración para pensar en el artículo que quiero a escribir: la moda.

Cumplimos muchas funciones, y todas son de igual importancia y el día resulta siempre demasiado corto. El rol de la mamá posee un alto significado en los demás miembros de la familia.

“Dejará el hombre a su madre y a su padre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo” Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. (Mateo 19:4-6)

¿En qué contexto crecen nuestros hijos y se desarrollan intelectualmente? ¿Participamos con ellos de su formación académica? La importancia de la familia en el Plan de Dios.

La buena noticia todavía continúa superándonos a los peregrinos actuales, aquellos que aún nos movemos por los senderos del tiempo. Rememoremos el relato de lo sucedido. Todo tiene su comienzo entre tinieblas, en una noche oscura, en la que aparece una mística estrella que nos tiende versos y nos estremece.