Todos tenemos un horizonte que abrazar, un camino que recorrer y un andar que no puede desembocar en la arrogancia; pues, por si mismos nada podemos hacer. Hemos de conjugar edades con voluntades porque, cada etapa vivencial, tiene su abecedario a compartir.

“¡Qué mejor sueño que activar el amor al indefenso!”.

Toda vida se rodea de sueños, abrazados por el entusiasmo de tejerlos. Soñar es importante. Desde luego que sí. Necesitamos crecer y recrearnos con ellos.

La necedad de pensar que uno se basta a sí mismo es una de las mayores torpezas del ser humano, que nos llena de acontecimientos dolorosos, presos por el maldito desenfreno y encerrados en una soledad virtual que no alienta ni alimenta. Todo es confusión.

La tortura más horrible que el ser humano puede sentir es sentirse agobiado por el dolor de cabeza y las náuseas, como consecuencia del hambre, mientras contempla que quienes le rodean desbaratan los alimentos.

“En esta maravillosa tierra, al lado del antiguo templo, convivían pacíficamente pueblos de diferentes razas y culturas, incluso con el castillo o palacio, administrador del vasto territorio. Reinaba la paz y sin guerras ni combatientes, todos prosperaban felizmente. El territorio, hoy en día cubierto de rocas, era, en ese tiempo, verde y fértil. El señor de aquel gozoso lugar era Laurino, rey de Nani.” 

El paisaje, aún yermo, parece dudar ante la visita de la luz del sol de primavera. El coronavirus, convertido en la más famosa pandemia de nuestros tiempos, continúa amenazando la normalidad de nuestras vidas. A pesar de ello, su aparición nos ha dejado interesantes reflexiones sobre el misterio de la existencia humana.

Vivimos en tiempos complejos en los que la incertidumbre y la simplificación forman parte de nuestra realidad. El ser humano busca certidumbres y soporta mal la duda.