En 1530, el padre Zacaria y otros dos sacerdotes fundaron una asociación de clérigos regulares aceptando una regla común de vida y de apostolado que fue aprobada por el Papa Clemente VII, con el nombre de "Clérigos Regulares de San Pablo" o también "barnabitas", en honor de su primera Iglesia, dedicada a San Bernabé, el compañero de San Pablo. Vivían en una rigurosa pobreza fomentando los círculos matrimoniales y promovían la fundación de una congregación de religiosas para la asistencia de la juventud femenina descarriada. Una parte importante de su apostolado fue la de fomentar el amor al santísimo sacramento. Hasta el día de hoy conserva la Iglesia una preciosa tradición iniciada por Antonio Zacaria, la adoración de las 40 horas. Otra tradición promovida por él, continúa hoy en las zonas de vida rural: el toque de las campanas todos los Viernes a las 3 de la tarde, recordando la muerte de Cristo.
En 1.539 Antonio María murió en los brazos de su madre con apenas 37 años.
En 1565 al entrar San Carlos Borromeo en Milán como nuevo Arzobispo, encontró el terreno muy bien preparado para reformar el Concilio de Trento. El fuego de amor que había encendido un sólo sacerdote, se habría de propagar a otros sacerdotes, hermanas y seglares. San Antonio María Zacaria fue canonizado por el Papa León XIII en 1897.