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Desarrollar nuestra capacidad de superación

Escritor

Todas las personas, a lo largo de nuestra existencia, nos enfrentamos a momentos difíciles y complicados en la vida, situaciones tensas que conllevan dolor y tristeza emocional como, por ejemplo, tener que superar la pérdida de un ser querido, la separación conyugal del vínculo familiar, un despido laboral, una enfermedad física o mental, un accidente de tráfico, un ataque terrorista o incluso una catástrofe natural. Son eventos traumáticos en los que podemos vernos envueltos en cualquier momento y a cualquier edad, aunque tengamos una cierta ilusión de invulnerabilidad o sentimiento de que a nosotros no nos va a pasar nada malo, sesgo cognitivo que no deja de ser una falsa creencia. Conviene por tanto que desde la infancia aprendamos a desarrollar nuestra capacidad de superación y de entereza para estar preparados y tener las herramientas emocionales y cognitivas necesarias que nos ayuden en el afrontamiento exitoso de las malas experiencias a vivenciar, a eso se le llama Resiliencia, un proceso dinámico que tiene por resultado la adaptación positiva en contextos sobrevenidos de fatalidad y adversidad.

Pilares de la Resiliencia

Hay una serie de factores o habilidades que conviene aprender a utilizar desde la infancia y adolescencia pues contribuirán como pilares donde se fundamente nuestra capacidad de resistencia:

–Competencia social: es la habilidad para comprender a otras personas, facilidad para hacer amistades y relacionarnos socialmente. También es conveniente fomentar nuestro sentido del humor, reírse sanamente de las propias desventuras. Mirar las cosas intentando apreciar su lado cómico nos capacita para gestionar mejor los sentimientos y controlar las impulsividades.

–Resolución de problemas: aprendiendo a pensar de manera reflexiva y flexible podemos llegar a solucionar más exitosamente  los conflictos emocionales, cognitivos o interpersonales a los que nos enfrentemos.

–Autonomía: desarrollar un sentido de distanciamiento personal en los contextos más próximos nos provee de un espacio protector para el desarrollo de nuestra autoestima, capacidad de hacer planes realistas y propuesta de metas más constructivas.

–Sentido de propósito y de

futuro: cuando estamos inmersos en una situación complicada conviene que preservemos expectativas positivas, tener claros los objetivos que nos orienten hacia la consecución de proyectos. Es imprescindible mantener fe en un futuro mejor, confiando en nuestras fortalezas y destrezas.

–Ambiente familiar y social: fomentar un contexto de cariño, respeto y apoyo en nuestros hogares y red de amistades cercanas nos provee de estímulos de confianza y seguridad que contribuyen positivamente a fomentar nuestra integridad personal y autoestima.

Esta capacidad de afrontamiento ante la adversidad puede ser más o menos innata en las personas, pero sobre todo se cultiva desde el núcleo familiar y desde uno mismo manteniendo una visión positiva ante la vida, confiando en las propias fortalezas y habilidades, practicando destrezas comunicativas, controlando sentimientos e impulsos fuertes para la solución de problemas y el desarrollo idóneo de nuestros proyectos vitales.