Cuatro flashes nos ponen en contacto con una realidad, que no se puede contemplar sin una mezcla de amor y devoción. Según Orígenes, el antiguo nombre semítico de la urbanización significa: La aldea del consuelo.
En el anterior artículo prometí que iba a hablar del lugar en el que se celebró el sermón de la montaña; siempre he pensado que cualquier descripción del mencionado lugar debe comenzar en Cafarnaúm, origen de muchos de los primeros discípulos de Jesucristo. He elegido cuatro momentos diferentes de la Historia porque pienso que en ellos se recoge el verdadero espíritu de uno de los momentos más intensos y apasionantes de la Historia de la religión cristiana.
Miles de personas acuden cada año a visitar el Memorial de San Pedro. Nos hallamos ante una especie de platillo volante. Una construcción moderna que no deja de causar sorpresa en el entorno. Ildo Avetta, arquitecto italiano, construyó, sobre una casa de pescadores de los primeros años de nuestra era, un edificio que nos abre la puerta, de manera audaz, al entorno cuyo fondo lo constituyen el cielo trasparente teñido de azul claro, las peladas costas del lago mecidas por las rizadas aguas, movidas por el suave viento tropical y una coqueta iglesia oriental rodeada de árboles, junto a la orilla. Tal vez haya que derrochar imaginación para adivinar en la moderna construcción la imagen de una antigua barca de pescadores, pero lo que no nos sorprende son los restos de la vieja casa que debió ser residencia de San Pedro.
Durante mucho tiempo estuvo situada, por su interés, bajo una antigua iglesia octogonal del siglo V.
Casa de San Pedro
Su historia hizo que fuera convertida en lugar de reunión de los primeros cristianos durante el siglo I. En ella debió morar Jesucristo en sus visitas a la ciudad. La antigua tradición y los restos arqueológicos nos hablan de una casa de una habitación con puerta a una superficie común y edificada al lado de la calle, a la que se accedía a través de la puerta del patio. Construida en siglo I antes de Cristo y habitada en el primer siglo de nuestra época. Diferentes estratos hablan de las fechas de su ocupación.
Si la antigua sinagoga se hallara bajo la sinagoga blanca[1], como muchos investigadores creen, casa y sinagoga se encontrarían muy próximas.
La Domus, Iglesia primitiva, construida mediante la modificación de la casa de San Pedro quedó bajo una, ya desaparecida, iglesia octogonal bizantina. Su construcción nos indica que, en esa época, los cristianos se han convertido en la comunidad más importante del lugar.
Nos hallamos a últimos de Junio del año 1990, es un día de fiesta. La multitud ha llegado de lejanos lugares para asistir al acontecimiento. Sus voces se convierten en susurro al penetrar en el moderno templo. Bajo la égida del Papa Juan Pablo II, se va a inaugurar el Memorial del “Beato Pedro, apóstol”. Él fue uno de los que escucharon a Jesús el sorprendente y maravilloso sermón de las Bienaventuranzas.
Pedro y sus compañeros, los pescadores del lago, debían estar sorprendidos por la curiosidad que, entre la gente del pueblo, había despertado su Maestro. La existencia había cambiado bruscamente para ellos. Habían pasado a formar parte de un nuevo mundo.
La segunda mirada nos transporta a los años treinta del siglo XIX. Un curioso americano, de nombre Robinson, aparece por el lugar, en 1838. Nada nos recuerda la ruidosa ciudad de principios de nuestra era. El desierto, el tiempo y el abandono del ser humano, la han convertido en ruinas, en las que moran unos cuantos beduinos de la tribu de los Semekiyeh. Apenas unas tiendas de tela, unos cuantos animales y el polvo del desierto. Muy cerca, el lago. Solitario, a veces enojado. Siempre distante.
En 1894, la Custodia Franciscana, consciente de su importancia Bíblica, adquirió los terrenos y comenzaron las excavaciones.
La mirada de Egeria
La tercera mirada proviene, como viene siendo habitual, de la curiosa Egeria. La mujer que recorrió los lugares santos en busca de respuestas a las preguntas que tantos años llevaba planteándose.
El Imperio romano está en su apogeo. Los emperadores han descubierto el Cristianismo y son muchas las personalidades que logran obtener un permiso para visitar los Santos Lugares.
El recorrido no es fácil. Después de las guerras contra los judíos, de los años 70 y 135 de nuestra era, los romanos han procurado olvidarse del país de los semitas. No hay carreteras, el desierto ha ocupado parte de los antaño fértiles lugares. La ciudad, sin embargo, todavía conserva su pulso. Los bandidos suelen estar al acecho de la llegada de viajeros. Morir en Tierra Santa no debe ser asunto complicado.
Egeria goza de la protección del emperador. Quiere ir a todos los lugares y no le arredra el peligro. Su mirada es tan inteligente como informada. No hay muchas peculiaridades que se le pasen. En verano, a pesar de la brisa, que llega del lago, en Cafarnaúm hace calor, mucho calor. Unos 35º de media, poco más o menos.
Ella nos habla de la antigua ciudad y de la forma en la que ha ido perdiendo parte de su esplendor. La población de la pequeña ciudad sigue siendo totalmente judía y en ese momento parece gozar de una relativa buena salud. Más tarde, la ciudad pasará a llamarse Talhum. En el siglo VIII, con la llegada de los Abbasidas de Bagdad la decadencia de Cafarnaúm se producirá definitivamente.
La última mirada es la que más nos apasiona. Nos hallamos en una ciudad fronteriza. A pesar de que resulta difícil saber cuántos habitantes tiene, está lejos de las grandes aglomeraciones judías. Se trata de una urbe aduanera de tipo medio. Unos mil doscientos habitantes. Por ella cruza la vía imperial que conduce a Damasco. Sus habitantes se dedican al comercio, la artesanía, la agricultura y la pesca. El lago tiene fama de proporcionar gran cantidad de pescado, ofrece una buena rentabilidad a quienes se dedican a ello. Tal vez por esa razón el barrio de pescadores se ha convertido en una numerosa colonia.
Fuera uno u otro lugar el elegido, la belleza del mensaje transmitido no mengua un ápice.
[1] Tal vez la construida por el centurión. Lucas 7,5. Es posible que la sinagoga que visitó Jesús se encuentre bajo la gran nave central de la sinagoga blanca. Es posible que Egeria visitara la misma sinagoga que visitó Jesús.