Solo es feliz quien sabe mirar, escuchar y tocar el corazón. He aquí la tesis central del libro que he venido rumiando durante el verano: “Educar el corazón, la asignatura de la vida” *. Hermoso, ¿verdad?
Podemos ser como el caracol del cuento de Andersen totalmente centrado en sí mismo o como el rosal, que se ofrece a los demás.
–El mundo no existe para mí. ¿Qué tengo yo que ver con el mundo? Bastante es que me ocupe de mí mismo –dice el caracol–.
–¿Pero no deberíamos todos dar a los demás lo mejor de nosotros, no deberíamos ofrecerles cuanto pudiéramos? Yo doy lo que tengo: rosas –le responde con sorpresa el rosal–.
Dos actitudes que se nos presentan permanentemente, a cada paso, en cada momento del
día. Y tenemos que optar por ser caracoles o rosales. Dos alternativas radicales de la existencia que nos llevan por caminos diferentes: vivir para los demás, alcanzando la felicidad, o vivir para uno mismo, amargado con la propia limitación.
Es una elección que hacemos a cada instante, sin darnos cuenta. Una elección que va formando nuestro corazón.
Mirar y escuchar
Dos disposiciones de espíritu indispensables para darnos a los demás: “mirar” y “escuchar”.
Más de una vez me sorprendo a mí misma hablando con alguna amiga, las dos al mismo tiempo, y lo peor es que parece que llegamos a enterarnos de lo que la otra dice. Pero luego, pienso: creo que le he soltado mi “rollo” y, aunque me he enterado de lo que ella decía, en verdad, no la he escuchado. Porque “escuchar” es bastante más que oír.
“Mirar” hace parte del “escuchar”. Vivimos tan atropelladamente que, muchas veces, vemos pero no miramos.
Súper conectados / desconectados
Nunca habíamos estado tan cerca unos de otros. Nunca habíamos sabido tanto del mundo que nos rodea. Y sin embargo tenemos la sensación de estar más alejados que nunca unos de otros. Los amigos se reúnen en una terraza para tomar algo y, al poco, cada uno está aducido por el móvil, chateando con alguien que no está allí. No saben disfrutar del momento, mirarse a los ojos, escucharse. Exagero un poco, tal vez, pero ni tanto.
Estamos sumergidos en una profunda crisis de identidad personal y colectiva. Nunca habíamos sabido tan poco de nosotros mismos… ¿Cómo superar esta crisis? José María Ortiz, el autor del libro en cuestión, sugiere educar el corazón en el don sincero de sí. Y para eso es necesario mirar, escuchar y tocar el corazón.
* “Educar el corazón” José María Ortiz
Ibarz. Editorial Rialp. Madrid, 2024.