Una de las señales de la devoción a María es la consagración a Ella y, de un modo especial, a su Inmaculado Corazón: es una práctica devocional promovida por San Luis María Grignion de Montfort y un rasgo propio de las Congregaciones Marianas. Supone un don completo de sí mismo para toda la vida y para la eternidad: un don realmente efectivo, que se verifica en la intensidad de la vida cristiana y mariana, así como en la vida apostólica, con la espontánea profusión de una vida interior sobreabundante que se derrama en todas las obras exteriores de la sólida devoción, del culto, de la caridad y del celo.
Consagración personal
Los Papas han recomendado la consagración personal al Corazón Inmaculado de la Virgen María e incluso, yendo más allá, algunos han consagrado algunas naciones o el mundo entero a Ella, como hizo el Venerable Pío XII en el XXV aniversario de las apariciones de Fátima, en 1942, en plena II Guerra Mundial. Pío XII pidió especialmente en esta Consagración algunos bienes como la reparación pronta de los dolores de la guerra en curso, la paz entre los pueblos y la justicia y la caridad de Cristo para ellos, la conversión de los corazones, la conversión a Cristo, la libertad de la Iglesia y el triunfo del Reino de Cristo. El mismo Papa recordaría luego en varias ocasiones esta Consagración y compararía la hecha por León XIII al Sagrado Corazón de Jesús con la llevada a cabo por él al Inmaculado Corazón de María. Además, al instituir en 1954 la fiesta de la Realeza de María para el 31 de mayo (actualmente es el 22 de agosto, a la semana siguiente de la Asunción), ordenó que en esa fecha se renovase cada año la Consagración de la Humanidad al Inmaculado Corazón con el fin de alcanzar una nueva era de paz cristiana y triunfo de la religión.
Hay que tener en cuenta que la II Guerra Mundial era uno de los secretos profetizados por la Virgen en Fátima, ante la escalada de pecados y el alejamiento de Dios en que estaba inmerso el mundo. Pero otro de los secretos era la difusión de “los errores” desde Rusia, es decir, la expansión del comunismo marxista ateo desde la Unión Soviética, a partir de la Revolución de 1917, en el mismo año de las apariciones. La Santísima Virgen pidió entonces en Fátima que el Papa, en unión con todos los obispos de la Iglesia, realizase una Consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón, cosa que Pío XII hizo en 1942 implícitamente, pero no de la manera exacta en que Ella lo había solicitado. En 1952 dirigió una carta al pueblo ruso y llevó a cabo una nueva Consagración, esta vez de forma explícita, aunque sin reunir todos los requisitos señalados por la Virgen en Fátima.
Consagración de Rusia
La Consagración de Rusia, pedida por la Virgen en Fátima por el mal que el yugo marxista suponía para la propia Rusia y para todo el mundo debido a la difusión de esta doctrina, que del odio a la religión hacía prácticamente un dogma, sería más tarde realizada de un modo un poco más completo por San Juan Pablo II: aunque nuevamente no requería todos los requisitos señalados por la Santísima Virgen, Sor Lucía, la vidente entonces aún viva de los tres pastorcitos, dijo ser acorde no obstante con lo solicitado. En cualquier caso, lo cierto es que en los años de su Pontificado, como es sabido, se desmoronó el bloque comunista en el este de Europa.
Consagración de España
Por otra parte, algunos Papas y los episcopados de varias naciones han consagrado determinadas patrias a María Santísima. Así, Pío XII lo hizo con España al dirigirse a su Congreso Mariano de 1954, invocando de un modo especial a la “Madre Santísima del Pilar”, de tal manera que “a Vos, a vuestro Corazón Inmaculado, confiamos, entregamos y consagramos […] toda la Nación española, para que vuestro amor y patrocinio acelere la hora del triunfo en todo el mundo del Reino de Dios y todas las generaciones humanas, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen bienaventurada, entonando con Vos, de un polo al otro de la tierra, el eterno Magnificat de gloria, de amor y gratitud al Corazón de Jesús, único refugio donde pueden hallarse la Verdad, la Vida y la Paz”.