Nos asombra el número de altas anuales que recibimos, pero, por ley de vida, otros muchos suscriptores fallecen; en muchos casos hay familiares que toman el testigo y quieren seguir teniendo la posibilidad de leer EL PAN DE LOS POBRES.
No olvidéis que son muchos millones los españoles que no reciben en sus casas una revista religiosa; ¿cómo van a poder vivir sin algo que les apoye en su vida religiosa? ¡Ánimo! Sigamos el ejemplo de San Antonio de Padua, que no cejó en su afán de apostolado y ¡qué joven murió!