Alguien que escuchara esta narración podría llegar a la conclusión de que el político es un rol de moderna implantación en las democracias europeas. Que la relación entre las personas en el pasado era amistosa y que esa felicidad acabó truncándose con la aparición de unas gentes que, so capa de intermediar entre el pueblo y el rey, lograron la normalización del conflicto.
Actualmente, la Política tiene mala prensa. Sobran los documentos y faltan los apoyos a quienes se dedican a realizar tan importante función. El juicio ético existe y, por lo escuchado, se halla bastante generalizado. A pesar de ello, no creo debamos apresurar conclusiones. Russel, nos avanza que “un juicio ético no constata un hecho; constata, aunque a veces de forma disfrazada, alguna esperanza o temor, algún deseo o aversión; algún amor u odio”. En el mundo de la ética, los sentimientos, son básicos.
Un arte noble
En Grecia, la Democracia nació del problema que existía entre las clases más elevadas de la Sociedad y los ciudadanos de a pie. Se llegó a ella por aproximaciones sucesivas. Primero, los reyes fueron sustituidos por destacados miembros de la nobleza. La concentración de la propiedad rural facilitó la caída del campesinado que, frecuentemente, convirtió hombres libres en vasallos y a éstos, en esclavos. El desarrollo de las colonias generó una nueva élite integrada por los enriquecidos comerciantes. Entre el gobierno de los nobles y la Democracia aparecieron los tiranos, cuya obsesión era el control de la economía.
El gobierno de los iguales nunca agrupó a todos los atenienses sino, únicamente, a quienes poseían recursos suficientes para no descender a la casta de los “inferiores”. Componer el gobierno de la ciudad era un derecho rotativo que se consideraba enriquecedor para los ciudadanos. En Aristóteles, la política, tiene la consideración de un arte noble. Sirve para lograr la felicidad del conjunto de los miembros de una ciudad. Contra Sócrates y Platón, defiende la propiedad privada usada de manera prudente y solidaria.
Lograr la felicidad
Para Aristóteles el mejor régimen político es aquel en el que ciudad, ciudadanos y sociedad, son felices. Considera a la felicidad como una mezcla de justicia, prudencia, fortaleza y ausencia de temor. La metrópoli debe educar a sus jóvenes en el abandono de la mezquindad y la molicie.
Las partes importantes de la ciudad, considerada como una autarquía, son: la militar y la deliberativa. Artesanos, campesinos y jornaleros son necesarios para la ciudad, pero no deben participar en su gobierno.
No puede separarse la madurez de la Democracia del carácter comercial y colonizador que los griegos practicaban. Grecia, un país pedregoso y muy poblado, tiene que utilizar las colonias y su comercio con la Metrópoli para mantener a sus habitantes. La construcción del Estado y la conformación de un ejército capaz de defender sus asentamientos se hallan íntimamente ligados.
Aristóteles, pretende hacer feliz a un ciudadano que, hasta entonces, había estado condicionado por el deber y la justicia. El político, es un servidor de la Comunidad, en concreto, de la ciudad. La religión debe estar separada de la vida política lo que no significa que nadie quede excluido ni de una ni de otra.
San Juan, en su evangelio, nos trasmite un hecho significativo para contextualizar el mensaje Divino. Las manifestaciones de Jesús ante Pilatos apuntan, en mi opinión, a la separación entre la naturaleza de lo religioso y la política. “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis ministros habrían luchado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí”. Con sus respuestas, Jesús parece desvincularse no sólo del reino terrenal, sino también, de las disputas que, en su tiempo, mantenían los judíos con Roma.
Me he referido a la Política y a la Ética de Aristóteles porque comparto los objetivos que defendía. Ordenar la ciudad (el estado) y lograr la felicidad de quienes la integran me parece la gran opción de la Política, ya que ésta es el ejercicio de la gestión social. Planteamientos propositivos, honestidad, prudencia, ejemplaridad y capacidad de liderazgo, son las virtudes que deben adornar a quien las ejerza.
La actividad política forma parte del derecho de todos los ciudadanos. La religión, aparte de los principios del Dogma, tiene un elevado contenido ético, pero ni está por encima de la política ni subordinada a ella. Cada Partido Político expone su opción ante los ciudadanos. Es, su Programa, un contrato de representación que les ofrece. Quienes se presentan a una elección solicitan convertirse en los representantes de todos los electores para defender las ideas que propusieron.
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Del arte de la Política, tema para la reflexión
“En esta maravillosa tierra, al lado del antiguo templo, convivían pacíficamente pueblos de diferentes razas y culturas, incluso con el castillo o palacio, administrador del vasto territorio. Reinaba la paz y sin guerras ni combatientes, todos prosperaban felizmente. El territorio, hoy en día cubierto de rocas, era, en ese tiempo, verde y fértil. El señor de aquel gozoso lugar era Laurino, rey de Nani.”
Temas para pensar — 02/06/2020