El primero de ellos, como no podía ser de otra forma, es Palestina, donde acontecen gran parte de los relatos narrados. En segundo lugar, tenemos que hacer un viaje en el espacio y trasladarnos a Babilonia. Después de que el Reino de Israel se dividió en dos, Israel y Judá, ambos territorios se debilitaron mucho, quedando prácticamente a la intemperie de las antiguas potencias extranjeras. Así, el Reino del Norte (Israel) fue conquistado por los asirios, y el del sur (Judá) por Nabucodonosor II, quien deportaría a gran parte de sus habitantes a Babilonia en el 586 a.C. A pesar de ser un lugar que ha pasado a la historia
del pueblo judío como espacio de duelo y persecución, muchos de los deportados decidieron permanecer allí una vez que tuvieron la posibilidad de irse. Así nacerían una serie de comunidades que darían origen en torno al s. V al Talmud, que es una obra donde se recogen las discusiones de los rabinos judíos sobre una gran variedad de temas que tienen que ver con la ley judía (Halajá), con ética, filosofía e historia. El tercer foco se encuentra ubicado en Egipto. La presencia de judíos en este lugar puede justificarse en los restos de los clanes nómadas que vagaban por Canaán y, en ocasiones, buscaban refugio en Egipto, o también a la huida que hicieron a este territorio algunos judaítas después de haber asesinado a Godolías (cf. Jer 41), quien había sido nombrado gobernador de Judá por el rey de Babilonia Nabucodonosor II. Lo cierto es que la comunidad judía que vivió en la ciudad egipcia de Alejandría fue sumamente importante, pues a ella le debemos la traducción griega de la Biblia hebrea, conocida como los Setenta (LXX).
En cuanto al NT, el escenario principal también es Palestina, donde acontecen los hechos más importantes. Sin embargo, al responder a la llamada misionera de Jesús “Id y anunciad el Evangelio”, pronto comenzaron a desplazarse los cristianos. Paradójicamente, los primeros escritos neotestamentarios no se redactaron en Palestina, sino camino de Occidente. Suele existir consenso entre los expertos a la hora de determinar que el primer escrito cristiano es 1 Tesalonicenses, redactado en la ciudad de Corinto, durante uno de los viajes de Pablo. Otras cartas como 1 Corintios, Gálatas y Filipenses fueron redactadas en Éfeso; 2 Corintios desde Macedonia (Grecia) y Filipenses desde Cesarea. Dejando a un lado el resto de las cartas de Pablo, escritas en diferentes lugares, también podemos citar los evangelios. El primero en ser escrito fue el de Marcos, y se redactó en Roma. Por su parte, el evangelio de Mateo hay que situarlo en Antioquía de Siria, donde se refugiaron diversas comunidades tras la destrucción de
Jerusalén. La obra de Lucas (el evangelio y el libro de los Hechos de los Apóstoles) parece que hay que situarla en Grecia, mientras que la de Juan, según la tradición estaría en Éfeso.
Por lo que respecta al resto de los escritos neotestamentarios, la Carta a los Hebreos, si se acepta la teoría de que fue escrita antes de la destrucción del Templo de Jerusalén (70 d.C.), quizá tuviera su origen en Cesarea. 1 y 2 Pedro están escritas desde Roma, ciudad a la que alude su autor eufemísticamente con el término “Babilonia”. La carta de Santiago, dirigida a los judeocristianos evangelizados desde Jerusalén, y la de Judas, por sus semitismos, probablemente fueran redactadas desde Palestina. El Apocalipsis parece haber sido escrito en Asia Menor, donde se encuentran las siete Iglesias a las que se dirige.
Como podemos comprobar, el escenario bíblico es muy amplio, lo que –desde el punto de vista literario (y dejando ahora a un lado su mensaje) – hace enriquecer el texto ya que se nutre de las diversas influencias del contexto.