Usted está aquí

El temperamento flemático

Escritor

Una de las misiones que tienen los padres es observar para poder orientar e incentivarlas iniciativas de sus hijas y sus hijos de cara a la mejora de su carácter. Esa observación hace posible descubrir cuáles son sus talentos, fortalezas y debilidades y, de esta forma, acertar a la hora se sugerirles una o dos metas personalizadas para que -durante un tiempo adecuado- se esfuercen en adquirir determinada virtud, una habilidad que minimice un aspecto negativo que tengan o una carencia detectada en su forma de manifestarse y actuar. Por ejemplo: proponer a una hija/ hijo dar las gracias cada vez que le hacen un favor, dado que nunca lo hace, y así, a base de esforzarse por ser agradecida/agradecido, conseguirá ser más amable; dar o dejar cosas para conseguir ser más generosa/generoso y pensar en los demás al compartir lo que tiene; visitar a los abuelos para ayudarles en algo que necesiten como hacerles la compra de la semana o pasar un rato haciéndoles compañía… conduce a que caigan en la cuenta de las necesidades de los demás.

Rasgos que los distinguen

Siguiendo con la exposición de los rasgos que distinguen los distintos temperamentos, voy a centrarme en las personas cuyo temperamento es el flemático. Son comedidas y buscan, por encima de todo, la paz. La vida les resulta una experiencia feliz y aspiran a la tranquilidad y a evitar verse envueltas en los problemas de los demás. Son apacibles y simpáticas.

Fortalezas

Si nos fijamos en sus Fortalezas podríamos decir que:

 –Su forma de abordar la realidad es desapasionada y científica.

–Muy pocas veces se irritan y ejercen un severo control sobre sus emociones.

–En su trabajo son competentes y estables.

–Tienen un profundo sentido del deber y un buen espíritu de colaboración.

–Tienen buen talante: están dispuestas a escuchar.

Debilidades

Y si ponemos el foco en sus Debilidades veríamos que:

–Evitan los conflictos a cualquier precio.

–Son temerosas y, por miedo a equivocarse, evitan tomar responsabilidades.

–Les cuesta involucrarse y ponerse metas. Les falta automotivación.

–Prefieren observar antes que actuar. Se resisten a los cambios.

–Fácilmente se sienten superadas, lo que les lleva al pesimismo.

–Tienden a juzgar con facilidad a los demás.

Objetivos a corto y medio plazo

Vistos –a grandes rasgos– sus puntos fuertes y sus puntos débiles, resulta más fácil, ahora, fijar objetivos a corto y medio plazo para –apoyándose en sus puntos fuertes– tengan la confianza y motivación adecuada para adquirir las virtudes que favorezcan la mejora de esos puntos débiles que les vienen dados por el temperamento.

Es importante no perder de vista que cada persona es única, tiene una voluntad singular que debe ejercitar, y está rodeada de unas vivencias familiares y formativas que influirán en la construcción de su personalidad conforme vaya creciendo. Pero conseguir las virtudes –y con ellas la mejora– requiere un esfuerzo que es personal e intransferible.

Pienso que el enfoque educativo para las personas flemáticas debe apuntar a aprovechar la facilidad que tienen para escuchar y para pensar con eficacia. Por ello, se les puede sugerir metas que centren su esfuerzo en entusiasmarse con lo que tienen que hacer. Y como les cuesta tomar decisiones, hay que animarlas a que practiquen la audacia. Esta virtud les cuesta porque se sienten cómodas con la rutina y con lo que ya están familiarizadas. Les da miedo salir de su zona de confort, de enfrentarse a lo que no dominan porque piensan que pueden equivocarse y quedar mal. Practicar, por lo tanto, la audacia para superar sus miedos a enfrentarse a situaciones conflictivas y para combatir su individualidad.

En el reto de combatir su individualidad les vendrá bien ayudarles a que descubran y desarrollen sus talentos para que los hagan rendir y poder, así, servir mejor y con mayor eficacia a los demás.

Y, por último, otro desafío fundamental que tienen las personas flemáticas es adquirir la virtud de la magnanimidad. Que consiste en tener ánimo y espíritu grande. Lo contrario es la mezquindad, la tacañería, la pusilanimidad. La magnanimidad consiste en una disposición de generosidad, para entregarse hasta las últimas consecuencias, para emprender dejando a un lado el miedo, para avanzar pese a cualquier adversidad. Y apunta a desarrollar un sentido de su propia dignidad.