La luz inunda el salón de baile. La sucesión de apliques de la pared destellan sobre los grandes espejos, que bañan el ambiente de tonos dorados y blancos, e iluminan las pinturas alegóricas y festivas del techo, imprimiendo gran solemnidad al evento. El color claro de los vaporosos vestidos largos de las damas, azules, verdes esmeralda, blancos y rosas, destacan frente al solemne y distinguido frac negro de los caballeros.
Al son de un vals las parejas danzan con delicadeza sobre la pista. Sentadas a los lados, algunas damas se distraen conversando. Es la elegancia propia de la Belle Époque. Imperan las buenas maneras, y el buen gusto.
No hay duda de que la moral católica recomienda observar ciertas precauciones en los bailes. Pero es necesario reconocer que la compostura y el refinamiento exigen esfuerzo y sacrificio, ejercitan el control sobre sí mismo, y destierran la dejadez y las concesiones a la vulgaridad.
La educación y el refinamiento de estas damas impregnaba, como suave perfume, todos los estratos de la sociedad, sublimándola imperceptiblemente con su sola acción de presencia. Esa es la gran misión de las élites tradicionales: ser ejemplo y modelo para el conjunto de la sociedad.
Las buenas maneras, la etiqueta y el protocolo se modelaban según patrones que exigían de las élites un continuo rechazo de todo cuanto es vulgar, desabrido o incluso vejatorio en el ser humano. La vida social, así concebida, era, en cierto modo, un sacrificio continuo en busca de la excelencia y del respeto a los verdaderos valores de la Civilización Cristiana.
V I D A
Victor Gabriel Gilbert nació en París en 1847. Comenzó su aprendizaje en el taller del pintor Eugène Adam, a la vez que tomaba clases nocturnas en L’École de la Ville de París. Practicó como temática casi exclusiva, escenas de género de la vida cotidiana, popular en su primera época, para incluir en la etapa más madura de su carrera, bellas damas de la alta burguesía, familias y niños. Participó por primera vez en el Salón de París en 1873, un año antes de la primera muestra de los pintores impresionistas. Aunque su pintura estuvo enmarcada siempre en el realismo, fue influenciado por el impresionismo y por el naturalismo de Millet. Murió en 1933, siendo enterrado en el cementerio de Montmartre.