28 DE MAYO – Germán nació en Borgoña, Autun, del matrimonio que formaban Eleuterio y Eusebia en el último tercio del siglo V. Carecía de cariño y estuvo con el peligro de morir por el intento de aborto de su madre y luego, por las manipulaciones de su tía, madre del primo Estratidio con quien estudiaba en Avalon, que intentó envenenarle por celos.
Su pariente de Lazy vivió 15 años, allí encontró el amor y muy buen ambiente de trabajo.
El obispo de Agripín le ayudó y el de Autun, le ordenó sacerdote solucionándole las dificultades y venciendo la resistencia de Germán para recibir tan alto ministerio en la Iglesia.
Nectario, su sucesor, lo nombró abad del monasterio de San Sinforiano caminando con el ejemplo en la vida de oración, la observancia de la disciplina, el espíritu penitente y la caridad.
Allí comenzó a manifestarse en Germán el don de los milagros, según el relato de Fortunato. El santo abad se propuso que los pobres que se acercasen al convento a pedir, no se fueran sin comida. Un día repartió el pan reservado para los monjes, ya no había más a la hora de comer, brotó la queja entre los frailes, en aquel momento, llegó al convento dos cargas de pan y, al día siguiente, dos carros llenos de comida para las necesidades del monasterio.
El rey Childeberto usó su autoridad en el 554 para que fuese nombrado obispo de París a la muerte de Eusebio y lo nombró limosnero mayor. Curó al rey en el castillo de Celles, cerca de Melun.
A Cariberto, rey de París –hijo de Clotario y nieto de Childeberto–, tuvo que excomulgarlo por sus devaneos con mujeres a las que fue uniendo su vida.
Murió octogenario, el 28 de mayo del 576 y fue enterrado en San Sinfroniano. El abad Lanfrido trasladó más tarde sus restos, estando presentes el rey Pipino y su hijo Carlos, a San Vicente, tras la invasión de los normandos se llamó “San Germán”. Reposan allí mismo y se veneran en una urna de plata que mandó hacer el abad Guillermo, en el año 1408.