Pero el viernes 20 de noviembre fue en la cripta de la iglesia, la estancia convertida en capilla donde nació San Antonio. A pesar de las dificultades, este año todo está siendo más difícil, acudí a Lisboa para asistir a esta misa tan especial, celebrada, como otros años, por el sacerdote portugués P. Diogo Corrêia. Yo hacía de monaguillo. Estábamos sólo nosotros dos. Fue muy emotivo. Lo he hecho con todo mi cariño y dedicación.
Aquí está el testimonio gráfico. Como podéis ver, vuestras peticiones a San Antonio están sobre el altar, en las cestitas de la izquierda. Y allí han permanecido durante todo el mes de noviembre. Estoy muy contento de haber participado en tan caritativa misión: rezar en vuestro nombre por los fieles difuntos.