Dice Baruc: “Aprende dónde está la sabiduría, dónde está la prudencia, dónde la fortaleza, dónde la inteligencia, para que a la vez conozcas dónde está la larga duración de la vida y del sustento, dónde la luz de los ojos y la paz”. Se dice en el Salmo: “El Señor da la gracia y la gloria”; gracia en la vida presente; gloria en la futura. Las primeras cuatro ideas de la cita de Baruc se refieren a la gracia; las otras cuatro a la gloria. La sabiduría, palabra derivada de sabor, consiste en el gusto de la contemplación; la prudencia en precaver las emboscadas; la fortaleza, en resistir la adversidad; la inteligencia, en rehusar los males y escoger los bienes. La larga duración de la vida para los santos consistirá en la bienaventuranza eterna. Por eso dice el Señor: “Yo vivo”, “y vosotros viviréis”; el sustento, en la fruición, del gozo. Por eso: “Yo dispongo del reino en favor vuestro, para que comáis y bebáis a mi mesa” , etc.; la luz de los ojos, en la visión de la humanidad glorificada de Cristo. Por eso dice san Juan: Padre, los que me has dado, quiero que donde esté yo estén ellos también conmigo, para que vean mi gloria, que tú me has dado; la paz en la glorificación del cuerpo y del alma, por lo cual dice Isaías: “Conservarás la paz, porque en ti, Señor, hemos esperado”. Sobre la larga duración de la vida y la luz de los ojos se dice en el Salmo: “En ti está la fuente de la vida, y en tu luz veremos la luz”. Y sobre la paz y el sustento dice: “Él asentó la paz en tus fronteras, y de la flor de harina te sacia”. La flor de harina es la fruición del gozo que viene de la humanidad de Jesucristo. En ella se saciarán los santos.
Dicho de otra manera. Aprende, oh hombre, a amar a Jesús y entonces aprenderás dónde está la sabiduría, etc. Él mismo es la sabiduría, por lo cual se dice en los Proverbios:
“La sabiduría se ha edificado su casa”. Él mismo es la prudencia, como dice Job: “Su prudencia, es decir, la prudencia del Padre hirió al soberbio”, es decir, al diablo. Él mismo es la fuerza, según el Apóstol: “Él es el poder y sabiduría de Dios”. En Él está el conocimiento de todo, “a cuyos ojos todas las cosas están desnudas y manifiestas”. Él mismo es la vida: “Yo, dice, soy el camino, la verdad y la vida”. Él mismo es el sustento, porque es el pan de los ángeles y el alimento de los justos. Él mismo es la luz de los ojos: “Yo, dice, soy la luz del mundo”. Él mismo es nuestra paz, “el que hizo de los dos pueblos uno.
¡Oh hombre! Aprende esta sabiduría para que la saborees; esta prudencia para ser cauto; esta fuerza, para que puedas resistir; esta inteligencia, para que tengas conocimiento; esta vida para que vivas; este sustento para que no desfallezcas; esta luz, para que veas; esta paz, para que descanses. ¡Oh Jesús Santísimo! ¿Dónde te buscaré? ¿dónde te encontraré? ¿Dónde, después de encontrado, encontraré tantos bienes? “Busca y encontrarás.
Y ¿dónde vive, por favor? ¿Dónde sestea a mediodía? ¿Quieres saber dónde? Dime, por favor. Pues hallarás a Jesús con José y María, con Simón y Ana. Por eso leemos en el Evangelio de hoy: “José y María, la Madre de Jesús, estaban admirados”, etc.
En este Evangelio se habla de estas cuatro personas. Veamos lo que significan en sentido moral. José quiere decir el que crece; María, estrella del mar; Simeón, el que escucha al triste; Ana, la que responde. José es la pobreza; María la humildad; Simeón, la penitencia; Ana, la obediencia.