El primer libro impreso por Gotenberg al inventar la imprenta fue la Biblia. La Iglesia recomienda a todos los fieles la lectura de la Sagrada Escritura, para que adquieran “la ciencia suprema de Jesucristo, pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo” (San Jerónimo)
Es conveniente en la familia cristiana la lectura de la Palabra de Dios; y la oración, porque fortalece entre sus miembros la caridad y la esperanza. Hace años hubo una campaña por la radio con el lema: “Familia que reza unida permanece unida. “Tal vez hoy en día esto no se haga mucho, y por ello haya tantos divorcios y separaciones y violencia machista, ¿Eh?
Séneca decía de los libros que no cantidad sino calidad. Un libro clásico entre ellos, pues merece ser leído porque enriquece la personalidad y multiplica la experiencia humana de quien más horas a la tarea dedica. Rubén Darío, en una poesía empieza así: “El libro es fuerza, es valor, es poder, es alimento, antorcha del pensamiento y manantial del amor.”
Dicen que es escaso el número de libros que se leen al año. Y bueno es las actividades e iniciativas de animación a la lectura, para así engrosar las filas de los buenos lectores. Y si son personas propensas al tedio, al aburrimiento, la depresión y hasta las ganas de suicidio, los que se decidan a leer buenos libros hallarán motivos para seguir viviendo con alegría y paz.