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La virtud sobrenatural de la caridad

Aunque los vocablos «caridad» y «amor» convergen en muchos de sus significados, propiamente hablando, son distintos. La caridad es una virtud teologal infundida por Dios en nuestras almas; tiene de suyo una dimensión sobrenatural y siempre es fruto del amor de Dios. El amor, tiene muchas dimensiones y manifestaciones, desde el simple «cariño» a los animales o la apreciación por las cosas, al amor paterno-filial, conyugal o de amistad.

El término amor ya existía antes de Cristo, pero es Él quien nos enseña el ápice del amor, qué es precisamente la caridad. El auténtico amor lo aprendemos de Cristo…, es por ello que no hemos de confundir la auténtica caridad cristiana, que tiene su origen en Dios, con la solidaridad típica de las ONG y de las organizaciones de la ONU, que tratan de debilitar el arraigo de la «caritas » en Dios, reduciendo su razón de ser a una pura filantropía. La caridad es ese amor divino-humano en cuanto que es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (Rom 5:5).

La noción de amor en el Antiguo Testamento

Como consecuencia del pecado original cometido por Adán y Eva, el hombre quedó excluido del mundo sobrenatural, teniendo que esperar a su Redentor para poder restablecer a través del Espíritu Santo el contacto sobrenatural y directo con su Creador. Es por ello que la caridad, como amor sobrenatural y don de Dios, no está presente, propiamente hablando, en el Antiguo Testamento.

El amor queda pues reducido al amor entre familiares (Gen 22:2; 25:28), al amor hacia la esposa o simplemente hacia la mujer(Gen 24:67), al amor entre amigos (1 Sam 16:21). Aunque tiene un uso privilegiado en el ámbito de lo religioso: se dice que Dios ama a alguien, primordialmente a Israel (Deut 4:37; Os 1-3). El hombre ha de amar a Dios, pero este amor se identifica en la práctica con el cumplimiento de la voluntad divina (Ex 20:6; Deut 6: 4-9).

El amor al prójimo es precepto divino y su cumplimiento es una de las formas en que ha de realizarse el amor del israelita a Dios: «No odiarás en tu corazón a tu hermano… No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a timismo» (Lev 19:17 ss.).

El amor de caridad en el Nuevo Testamento

Lo realmente específico del Nuevo Testamento es la idea del amor de Dios en cuanto se relaciona con la persona misma de Jesús: «Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito… » (Jn 3:16). El mismo Jesús describe la actitud bondadosa del Padre hacia todo hombre, bueno o malo (Mc 2: 15-17).

La respuesta del hombre a Dios se expresa en el precepto de amar a Dios. El amor a Dios aparece también, al igual que en el Antiguo Testamento, como un cumplimiento de la voluntad divina, pero tiene como objeto propio la aceptación de Jesús y de su palabra. En la predicación de Jesús el prójimo es todo hombre, incluso los enemigos y los que persiguen al discípulo. El discípulo no opone resistencia a la hostilidad, devuelve bien por mal, ruega por sus perseguidores. El móvil que guía y funda el amor del hombre a sus semejantes es el amor de Dios hacia todos. El discípulo ha de ser misericordioso como lo es el Padre celeste, ha de perdonar porque él también necesita del perdón de Dios.

Dios es amor

Las cartas de San Pablo tienen como elemento principal el acontecimiento de Cristo como punto central de la historia. San Pablo, fiel a la descripción bíblica, ve la historia humana como la historia de la ruptura del hombre con Dios, un orden inicial roto y destruido por el pecado y la muerte (Rom 5: 12-14), pero restablecido a través de Cristo, el Hijo de Dios (Gal 4:4 ss.).

El apóstol San Juan afirma que «Dios es amor» (1 Jn 4:8.16). El amor parte de Dios que ama a su Hijo, entra en el mundo por medio del Hijo, y continúa en el amor de los discípulos entre sí. El tema del amor de Dios está presente en Cristo que se entrega a la muerte por los hombres.

De la muerte a la vida

Es en el amor mutuo donde San Juan subraya nuevos aspectos: Quien ama al hermano sabe que su amor a Dios o a Cristo es auténtico. Quien ama sabe que ha pasado de la muerte a la vida (1 Jn 3:14), que ha sido engendrado de Dios (1 Jn 4:7 ss). En cambio, quien no ama permanece en la muerte (1 Jn 3:14). El amor de los cristianos entre sí es

la prolongación del amor de Cristo (1 Jn 4:10 ss.) y lo que los identifica como sus discípulos (Jn 13:35). _

Extractado de “La virtud sobrenatural de

la Caridad” por el padre Lucas Prados en

https://formacioncatolica.org/