Martín nació en Zaragoza, fue hijo de Lorenzo Lumbreras y Ana Peralta, de la nobleza aragonesa. Renunció a un glorioso porvenir y se hizo agustino recoleto en Borja en 1617, donde estaba su tío Diego de San Juan Bautista. Recibió el hábito y pasó a Zaragoza, donde realizó el noviciado en el convento del Coso. Profesó en Zaragoza en 1619.
En 1621 se embarcó rumbo a Filipinas, y en Méjico fue ordenado sacerdote. Por su amor al recogimiento y a la oración fue nombrado maestro de novicios en el convento de San Nicolás de Manila, cargo que ejerció durante nueve años, junto con el de maestro de espiritualidad de la provincia religiosa.
Junto con Melchor de San Agustín, marchó a Japón para socorrer a los cristianos en la persecución desatada en esta isla, a instancias de los beatos Francisco de Jesús Terrero y Vicente Carvalho, que solicitaban más misioneros para las islas ante su inminente martirio.
En 1632 llegaron a Nagasaki. Ayudados por beato Domingo Ibáñez de Erquiza, se refugiaron en los montes de Nagasaki, ayudando a los cristianos dispersos. Fueron denunciados y quemados a fuego lento para que el tormento fuera más doloroso.
Melchor nació en Granada. Huérfano de padre y madre a los 12 años. Ingresó en los agustinos recoletos en 1617. En 1621 viajó de voluntario a las misiones de Filipinas. Sus dotes de orador y su celo por la salvación de las almas le valieron los cargos de predicador de la colonia española, y de prior en diversos conventos del archipiélago. Partió con Martín de San Nicolás Lumbreras, voluntario de misionero al Japón, donde murió mártir.
Fueron beatificados el 23 de Abril de 1989 por S.S. Juan Pablo II.