Si esto se establece como rutina es bueno saber que se está suscitando en ellos una actitud pasiva que les priva de ejercitarse en la búsqueda de soluciones contrastando, deduciendo, asociando, etc., y al no trabajar estas operaciones mentales, en su cerebro no se produce ningún cambio cognitivo.
Tengamos presente que las habilidades cognitivas (el proceso de pensar) nos capacitan para enfrentarnos a nuevos retos y nuevas situaciones. Pero nos capacitan sólo si nos ejercitamos en ellas. Cada información nueva que llega a nuestro cerebro es analizada bajo la luz de los conocimientos previos que tenemos y es, con ese ejercicio, con lo que desarrollamos dichas habilidades. Por eso es importante no impedir, sino motivar en los hijos su capacidad de pensar.
Los ejercicios que se pueden proponer en la familia son variadísimos. En este artículo propongo a modo de ejemplo lo siguiente:
1.- Ante una pregunta de una hija, un hijo, remitirle a otras fuentes; sugerirle otras vías, para que sea ella misma, él mismo, quien resuelva el dilema diciéndole, por ejemplo:
- Piensa un momento en cómo lo vas a exponer y luego lo ensayas conmigo…
- Vamos a buscar en el diccionario el significado de esa palabra…
- ¿Por qué no miras qué trabajos hay en Internet sobre ese tema?...
2.- Es muy bueno ayudarles a que enriquezcan su lenguaje mediante la lectura de libros y, aprovechando las tertulias familiares, hacer comentarios de los mismos.
3.- Proponer exposiciones orales sobre distintos temas de interés.
4.- Jugar a comentar “diferencias que hay entre… un mapa y un plano, un hueco y un agujero, retratar y diseñar, dialogar y debatir, etc.
5.- Diseñar un cartel para convocar un concurso…
Son posibilidades al alcance de toda familia que ayudan a desarrollar la capacidad de pensar en los hijos, en un clima grato de convivencia familiar.