La doctrina sobre las jerarquías y los coros angélicos no es dogma de fe ni ha sido enseñada formalmente por la Iglesia.
Sin embargo, encuentra su fundamento en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia y ha sido aceptada de forma general por los teólogos. En buena medida fue el Pseudo-Dionisio Areopagita, un anónimo monje del monasterio del Monte Sinaí en el siglo V-VI (hacia 450-520), quien primero sistematizó esta cuestión en su tratado De caelesti hierarchia (Sobre la jerarquía celeste).
Los nombres de los coros angélicos en la Biblia
Los ángeles aparecen mencionados abundantes veces en la Biblia, como ya vimos en su momento. Se les cita de forma general dando este nombre a todas las criaturas espirituales sin distinción, pero en ocasiones también se da un nombre concreto y distinto a algunas de ellas. Por ejemplo, ya en los primeros capítulos del Génesis hay una referencia a los querubines, a los que Dios puso como guardianes del Paraíso después del pecado original (Gen 3,24). En el salmo 79/80 se dice que Dios se asienta sobre ellos (Ps 79/80,2): es decir, forman parte del trono de Dios. El profeta Isaías habla de los serafines que rodean el trono de Dios y alaban el nombre del que es tres veces Santo (Is 6,2-3). San Pablo, por su parte, proporciona la denominación de varios de los coros: “en Él (en Cristo) fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, tanto las visibles como las invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades; todo fue creado por Él y para Él” (Col 1,16). También en la Carta a los Efesios, donde señala que Jesucristo resucitado ha sido puesto “por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación” (Ef 1,21). Y el apóstol San Pedro indica que se sometieron a Jesucristo “los ángeles, las potestades y las virtudes” (1Pe 3,22).
Por lo que atañe a los arcángeles, el propio San Rafael revela su nombre en el libro de Tobías o Tobit y dice que en total son siete: “Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles santos que asistimos delante del Señor y presentan las oraciones de los santos y entran en la presencia de la gloria del Santo” (Tob 12,15). En la Carta de Judas (San Judas Tadeo) se emplea expresamente la designación “arcángel”: “Cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo…” (Iud 9). También San Pablo usa este término en una ocasión (1Tes 4,16). En otros textos, al referirse a los arcángeles San Miguel (Dan 12,1; Ap 12,7-9) y San Gabriel (Dan 9,21; Lc 1,26-38), no se utiliza el nombre “arcángel”, sino “ángel”, “príncipe”, “varón”… Los arcángeles, incluso con sus siete nombres, aparecen también en textos apócrifos del Antiguo Testamento.
La enumeración de los coros angélicos
A partir sobre todo de estas citas bíblicas, la Tradición cristiana ha hablado de la existencia de nueve coros angélicos, siendo más difícil especificar la función de cada uno, aunque tampoco faltan propuestas de explicación. Los nueve coros son los siguientes: serafines, querubines, tronos, virtudes, dominaciones, potestades, principados, arcángeles y ángeles.
Fue propiamente el Pseudo-Dionisio Areopagita el creador y sistematizador de la teoría sobre las jerarquías angélicas. Para él, “la jerarquía es un orden sagrado, un saber y actuar asemejado lo más posible a lo divino y que tiende a imitar a Dios en proporción a las luces que recibe de Él” (La Jerarquía Celeste, cap. III, 1). Siguiendo supuestamente a San Pablo, distinguió tres jerarquías angélicas, cada una de ellas compuesta por tres coros, según el orden que de éstos hemos enumerado en el párrafo anterior.