Esta magnífica labor, no nos debe hacer olvidar que son todavía muchas las familias – mayores y jóvenes – que no acompañan su vida religiosa con lecturas formativas, tan necesarias, para reforzar nuestra fe y nuestra vida religiosa.
Recientemente una persona que ha visitado Italia nos decía que no había iglesia donde no estuviera presente San Antonio de Padua, con un altar dedicado a él o con una imagen suya. Siempre nos habéis oído repetir que la devoción a San Antonio es una de las más universales entre los católicos, por su poderosa intercesión ante Dios, que quiere, de esa manera, que conozcamos más y mejor las virtudes de este gran santo y las imitemos y pongamos en práctica en nuestras vidas.
Recordar que murió a los 36 años y sólo tuvo actividad apostólica durante los diez últimos años de su vida, pero siempre estuvo en disposición de entrega y servicio a Dios y a los demás. Conozcamos su vida, profundicemos en sus cualidades y virtudes, e imitémosle, seremos los primeros beneficiados.