Uno de los hitos de este papado es la condena de Marción y su herejía montanista, evidenciando una vez más la importancia de la sede romana entre las demás sedes apostólicas.
Apoyó nuestro santo a San Justino Mártir (1 de junio) en la fundación de su escuela apologética. Junto a San Policarpo (23 de febrero) Aniceto concilió varios asuntos de disciplina eclesiástica entre las Iglesias romana y orientales, mas no pudo conciliar el asunto de la celebración de la Pascua: las iglesias de Oriente la celebraban el día 14 de Nisán, más la iglesia romana siempre la celebraba el domingo de Plenilunio. En 325 se llegó a un acuerdo en el célebre Concilio de Nicea, pero poco después se rompió y se mantuvieron las diferentes prácticas.
Aniceto gobernó unos doce años, según Eusebio, aunque no todos los historiadores se ponen de acuerdo en esto. Ciertamente fue un tiempo de reafirmación de la fe católica y del asentamiento de algunas normas para los clérigos. Aniceto ordenó la tonsura para los clérigos, prohibiéndoles llevar el pelo largo. San Gregorio de Tours (17 de noviembre) dice que esto fue norma de San Pedro, para recordar la corona de espinas del Señor, pero no, es una norma del siglo II.
Algunas tradiciones hacen mártir a Aniceto en 167, imperando Marco Aurelio, pero realmente no hay testimonios fehacientes de tal martirio. Fue sepultado en el cementerio de San Calixto (14 de octubre). En 1590 consta la traslación de una cabeza de "San Aniceto" a la iglesia de los jesuitas de Baviera, donde aún se venera. Sin embargo, tiene más fundamento otra traslación: En 1604, al vaciarse las catacumbas de Calixto, las reliquias del santo fueron a parar a Altaemps, donde el Duque Juan edificó una bella capilla para guardarlas. Actualmente ya no es una casa privada, sino un edificio público, siendo San Aniceto el único papa que no yace en una iglesia o edificio religioso.