La Virgen María sirvió y sirve de inspiración a numerosos artistas. Rafael, Giotto, Juan de la Robbia, Ticiano, Bernini Ghirlandaio, Del Piombo, Andrés del Sarto y muchos otros han dejado sus pinturas y esculturas de la Visitación, un episodio narrado en el capítulo primero del Evangelio de San Lucas con estas palabras: "Aquellos días María se fue diligente a la montaña, a la provincia de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó la salutación de María, el niño le saltó en las entrañas, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo y exclamó con voz fuerte: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Y de qué me viene que la madre de mi Señor me venga a visitar? Porque tan pronto como ha llegado tu salutación a mis oídos, el niño ha saltado de alegría en mi vientre. Y bendita la que ha creído que se cumplirá todo lo que se le ha dicho de parte del Señor. María dijo entonces: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador... María se quedó con ella unos tres meses y se volvió después a su casa. La Iglesia cierra con esta fiesta el mes de Mayo, recordándonos este episodio tan tierno de su vida, del que surgen dos de los más hermosos cantos de alabanza: la segunda parte del Avemaría y el canto del Magnificat.
La fiesta de la Visitación de María se celebraba desde el siglo VI en las témporas de Adviento. En el siglo XIII San Buenaventura le dio gran impulso. La Iglesia con esta fiesta quiso crear un clima propicio para que la Virgen visitase la cristiandad en un momento en que tanto lo necesitaba para resolver el cisma de Occidente. En muchas feligresías de Burgos se celebró con especial solemnidad la fiesta de la Visitación. En la villa de santo Domingo de Silos recibe esta fiesta el nombre de Santa Isabel. Después de la Misa Mayor conducen en procesión, entre toques de dulzaina, a su santa patrona la Virgen del Mercado al pie de un corpulento y añoso olmo. A su sombra ocho niños danzantes vestidos de blanco y ataviados con cintas y pañuelos de colores, ejecutan típicas mudanzas con palos o cordón, terminando con lo que denominan baile de la Virgen. Entre medio cada uno de los ocho infantes, precedido del director del baile, llamado zarragón, declaman sus poesías, distintas cada año, pidiendo protección a la Virgen.