El hombre es un punto de energía concentrada, de un dinamismo inmensurable, capaz de todos los actos positivos o negativos. No andaba equivocado el que afirmó que, está en nosotros el hombre-ángel y el hombre-demonio. Todas las capacidades anidan en uno mismo. Si uno es feliz, no lo será por poseer cosas que faltan a otros. Lo será por su modo de vivir la vida y recibir las cosas, por una determinada ordenación de sus ideas y sentimientos. Otros, en sus mismas condiciones, son una pura constante lamentación inaguantable y ridícula. Y si uno es desgraciado, es duro advertirle que es él el artífice de su amargura, pero no hay otra verdad. Otros en las mismas situaciones no perdieron ni un grado de su dicha. El secreto está aquí: en la reeducación personal en valores humanos y religiosos. Esto nos ayuda a sacar a primer plano ese hombre-ángel que espera constantemente ser llamado a escena y ocuparla por entero.
El que espera todo de lo exterior, está perdido, porque sucede al revés: el mundo exterior está esperando siempre, las cosas esperan al hombre. Por eso hay que insistir sobre los valores humanos y religiosos, para que con su energía concentrada salga ese hombre- ángel, que tanto bien hará a uno mismo, a la sociedad, al prójimo. Lo contrario es el hombre-demonio, los vicios y pecados que se comenten todos los días. Hace poco han sido detenidos 81 individuos de 29 provincias españolas por compartir archivos pedófilos. Algunos documentos tienen un contenido “brutal” según la policía.