Y aprende mejor con sugerencias concretas que con planteamientos genéricos, por eso la práctica: el método de ensayo-error, es muy recomendable.
Conviene, al mismo tiempo, no perder de vista que el éxito en el aprendizaje va de la mano del afecto, de las buenas formas, de la visión positiva, de la paciencia, la comprensión y el arte de posibilitar a los hijos el hacer y el hacer-se. Por eso, es muy bueno que los padres…
Ayuden a cada hija, a cada hijo, pero que no lo sustituyan; los acompañen, pero que les dejen hacer las cosas por sí mismos; los protejan, pero les permitan la posibilidad de tropezarse y ante esos tropiezos, decirles que elijan entre sentirse víctimas o aprender de ello; les muestren los peligros, pero no los atemoricen; los alienten en sus aspiraciones, pero sin atosigarlos. Y les aclaren la diferencia que hay entre una meta y un sueño. Una meta es un sueño con una fecha concreta que lo convierte en realidad. Y un sueño es una aspiración a la que, por no ponerle fecha para que se convierta en realidad, se queda en una ficción.
De ahí, que una educación con garantías lleva a hacer porque de nada valen los planes y las buenas ideas si no se pone fecha para llevarlas a cabo. Si sabemos qué queremos lograr y lo concretamos en el tiempo con un plan de acción, nada puede detener el éxito de esos esfuerzos. A esto se llama enfocar la educación.