Paso a glosar los puntos fundamentales de aquel discurso:
Tal vez ustedes, jóvenes, no lo asuman del todo aún, pero el fin del colegio supone realmente el inicio de su vida adulta. De hecho, a estas alturas el cambio se ha producido ya. La época de la escuela y el colegio forma parte del pasado, y el futuro se abre ante ustedes lleno de incertidumbres y desafíos. En el fondo, han dejado de ser personas dependientes. Han dejado de ser considerados niños o simples adolescentes y se han convertido en seres autónomos… grandes. De ahora en adelante no tendrán un horario preestablecido de lunes a viernes, ni un maestro que les exija traer la tarea al día siguiente. De manera que serán ustedes, individualmente, quienes se forjen su propio destino. En otras palabras: su porvenir depende de ustedes mismos y de nadie más. Todos los seres humanos buscamos la felicidad, de una manera o de otra. La ventaja de la educación es que permite dirigir esa búsqueda, orientarla en la dirección correcta. Quien mucho lee, quien mucho se educa y escucha, acorta el camino hacia la alegría auténtica.
La primera idea, por lo tanto, es que aprendan a ser responsables. Se les ha dado mucho a estas alturas, y es justo pedirles que aprovechen esos talentos recibidos para formar una familia sana, para cumplir con sus deberes como ciudadanos y, en definitiva, para mejorar la sociedad desde su puesto de trabajo, sea cual sea, con honradez.
Y la segunda idea tiene que ver con el dolor. Creo que la gran tentación de hoy en día, en países desarrollados o en vías de desarrollo, es caer en el conformismo y en la huida del sufrimiento a toda costa. Parece que mientras tengamos un techo bajo el que cobijarnos y una televisión o un celular que nos entretengan, con eso es suficiente. Pero ese pensamiento olvida que la vida implica también hacer sacrificios, asumir responsabilidades, resolver problemas inesperados, entablar batallas que nos dificultan la existencia y nos obligan a dar lo mejor de nosotros mismos.
Viktor Frankl fue prisionero de un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Era médico psiquiatra, y en su libro autobiográfico El hombre en busca de sentido, que aprovecho para recomendarles, escribió algo muy oportuno. Dijo: “Todos los aspectos de la vida son igualmente significativos, de modo que el sufrimiento tiene que serlo también. El sufrimiento es un aspecto de la vida que no puede erradicarse, como no pueden apartarse el destino o la muerte. Sin todos ellos, la vida no sería completa”.
O sea, nuestras vidas, sus vidas, atravesarán a veces momentos muy duros, pero es fundamental no perder de vista la fe en Dios, el amor por nuestros seres más cercanos y la responsabilidad hacia quienes nos rodean. Ser personas honestas, íntegras, es lo que da verdadero sentido a nuestras vidas.