1.- Restablecer la disciplina entre el alumnado y elevar el nivel de calidad evitando igualar por abajo.
2.- Devolver a profesoras y profesores la necesaria autoridad que han perdido y potenciar el clima de trabajo adecuado donde el esfuerzo personal sea algo normal, no lo extraordinario.
3.- Reponer en la universidad el nivel de exigencia en la selección del profesorado y elaborar planes de estudio aptos para conseguir profesionales bien preparados para la investigación y la docencia. Tenemos como referencia a Finlandia.
4.- Prestigiar la formación profesional como alternativa rentable y noble a la formación universitaria.
5.- Educar en un ambiente de confianza, pero también de exigencia, para ayudar a alumnas y alumnos a no dejarse arrastrar por un hedonismo que incapacita para el esfuerzo.
6.- Conseguir que otras formas de ocio no suplanten a la lectura, sabiendo crear el clima propicio para conseguir y mantener buenas lectoras, buenos lectores.
7.- Facilitar planteamientos sobre metas personales de mejora y fomentar el liderazgo solidario entre las/los estudiantes.
8.- Educar en valores en el ambiente familiar y escolar, dejando de lado complejos potenciados desde una visión laicista de la sociedad que propicia, enormemente, el deterioro.
Termino con el comentario que hizo Elvira Roca Barea en una entrevista reciente, con motivo de su libro Imperiofobia y Leyenda Negra: "Analfabetos ha habido siempre pero nunca habían salido de la universidad".