Pedro Nolasco nace en una acomodada familia de mercaderes, en Más de Saintes Puelles, en la provincia de Barcelona, entre los años 1180 y 1182. Afincada su familia en Barcelona, a los 15 años pierde a su padre, Bernardo, y hereda una fortuna, y a la temprana edad de 23 años, después de haber descubierto su vocación en una peregrinación a la Virgen de Montserrat, se inicia en Valencia, como seglar todavía, en la redención de cautivos, que financia con sus propios bienes. El mismo sufrirá las penalidades del cautiverio en Argelia.
En la noche del 1 al 2 de agosto de 1218 recibe la visita de la Virgen, que se presenta, según relata en el año 1400 el Padre Nadal Gaver, bajo la advocación de “Virgen de La Merced” (pinche aquí para conocer más sobre la Virgen de la Merced), aparición que no es sino la primera de una larga serie que incluye la de ángeles y la del mismísimo San Pedro crucificado. La Virgen de la Merced o de la Misericordia, lo exhorta a fundar una orden religiosa cuyo carisma no sea otro que la redención de cristianos cautivos, al modo de lo realizado justo veinte años antes por San Juan de Mata, fundador de los trinitarios (pinche aquí para conocerlo todo sobre San Juan de Mata), con quien por cierto, nuestro Pedro comparte muchos rasgos de su perfil humano.
De acuerdo con la instrucción recibida, teniendo unos treinta y siete años, Nolasco crea la orden el 10 de agosto de 1218 en la Catedral de Barcelona, en presencia del Rey Jaime I de Aragón y del Obispo Berenguer de Palou. El 17 de enero de 1235 en Perusa mediante la bula “Devotionis vestræ”, el Papa Gregorio IX la aprueba otorgándole la regla de San Agustín.
Compuesta por religiosos y caballeros que reciben la institución canónica del obispo de Barcelona y la investidura militar de Jaime I, los miembros de la nueva orden de los mercedarios pronunciaban cuatro votos: pobreza, castidad, obediencia y un cuarto muy específico, por el que se obligan a entregarse como rehenes para la liberación de los cautivos si no obtenían el dinero necesario para su rescate. Cuando la orden se funda, los cautivos rescatados por los mercedarios provienen básicamente de las luchas peninsulares entre cristianos y musulmanes, pero con la finalización de la Reconquista, la orden halla un nuevo filón en las víctimas de la piratería turca y berberisca.
De 1265 data la fundación de la sección femenina y de 1272 sus primeras Constituciones, que le otorgan el título de “Orden de la Virgen de la Merced de la Redención de los cristianos cautivos de Santa Eulalia de Barcelona”, por tener su primera ubicación en el Hospital de Santa Eulalia.
Serán ilustres mercedarios San Ramón Nonato y San Pedro Armengol, los mártires San Serapio y San Pedro Pascual, o el genial escritor de los siglos de oro españoles Fray Gabriel Téllez, más conocido como Tirso de Molina.
Actualmente, los mercedarios se emplean a fondo en las llamadas “nuevas formas de cautividad”, refugiados, exiliados, inmigrantes, prisioneros, “meninos de rua” en Brasil, y de aquellos que están faltos de libertad o cuyos derechos fundamentales son conculcados.
Muerto en la misma ciudad en la que había nacido, Barcelona, el 6 de mayo de 1245, cuando tenía entre 65 y 67 años de edad, Pedro Nolasco será canonizado en 1626 por el Papa Urbano VIII, celebrando la Iglesia Católica su festividad tal día como hoy, 29 de enero.
Se calcula que deben su rescate a los mercedarios unas 70.000 cautivos a lo largo de la historia, 3.920 de ellos en vida de su fundador. La suya es una de las estatuas que adorna el crucero derecho de la Basílica de San Pedro, en Roma, así como la Columnata de Bernini. Zurbarán lo retrata en un precioso cuadro recibiendo la visita de San Pedro crucificado. Son muchas las iglesias cuya advocación es la de San Pedro Nolasco.