"El comedor muestra la pobreza del conventículo. Dos largas mesas paralelas dan acogida al escaso número de religiosos. El guardián presidiendo; el último en llegar, rezando todavía; todos esperando pacientemente el frugal condumio; cerrado aún el torno del fondo que da a la cocina. La luz incide lateralmente por troneras abiertas en la bóveda del techo. Acurrucado bajo una mesa, la presencia doméstica del gato se suma a la espera, aguardando su turno.”
Así describe el Padre Ángel Martín Fernández esta pintura de José Benlliure, una de las 74 que componen la serie sobre la vida de San Francisco de Asís, en un catálogo de la obra.
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Me sirvo de esta expresiva pintura para contar una antigua “leyenda” del siglo XIII, que ahora vuelve a ser actualidad: “El pan de San Francisco”.
Durante el duro invierno de 1224 algunos frailes franciscanos quedaron confinados por una violenta tormenta de nieve a su pequeño convento, en medio del bosque de Montella, no lejos de Nápoles, fundado poco antes por el mismísimo San Francisco.
Los pobres frailes, atrapados en el interior del edificio y aislados de todo contacto con el mundo exterior, se habían quedado sin comida. Estaban hambrientos y temerosos porque, además de los bandidos que se escondían en el bosque, una manada de lobos aullaba en los alrededores. Los frailes rezaban con fervor pidiendo la ayuda del cielo.
En cierto momento llamaron al convento. Al abrir el pesado portón, no encontraron a nadie, sólo un saco bordado con la flor de lis, símbolo de la corona francesa, lleno de pan.
La leyenda afirma que, en ese momento, San Francisco estaba en la corte del rey de Francia y, habiendo conocido por inspiración divina la angustia de sus frailes en Montella, solicitó al rey Luis VIII un saco de pan para socorrerlos. Ese saco habría llegado a las puertas del convento de forma prodigiosa, tal vez llevado por un ángel.
El saco sobrevivió a los siglos usado como paño de altar. Más adelante se cortó en varios pedazos para distribuirlo como reliquia a otros conventos. En 1730 un terremoto destruyó el convento, siendo reconstruido poco después. En la actualidad, sólo queda la mitad de la bolsa de tela, expuesta en un precioso relicario en la capilla.
Ahora, un conjunto de investigadores procedente de Dinamarca, Italia y Holanda, ha realizado un análisis de carbono 14 para averiguar qué hay de cierto en la leyenda, y ha sido publicado en la revista Radiocarbon.
Según el análisis, el trozo de tela data de entre 1220 y 1295 y, además, muy probablemente contuvo pan.
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V I D A
José Benlliure Gil (Valencia, 1855-1937) inició su aprendizaje como el resto de sus hermanos junto a su padre, el pintor decorador Juan Antonio Benlliure Tomás, quien mantuvo en el propio domicilio familiar una academia de pintura. Junto al benjamín Mariano, es el más reconocido artista de la familia. En su última época ilustra textos literarios. Así, en 1926 realiza sesenta y seis gouaches (uno de ellos el aquí comentado) para el libro San Francisco de Asís, publicado por la Orden Franciscana de Valencia en el VII centenario de la muerte de su Santo Fundador.