“¡La misericordia del Señor es infinita! Su misericordia está en todas partes. Señor, si me retiras tu misericordia, caigo en la miseria eterna.
Tu misericordia es la columna del cielo y de la tierra; si la quitas, todo se derrumba. ¡Cuántas veces hemos pecado mortalmente con el alma o con el cuerpo, y no hemos sido ahogados por el demonio! Por la misericordia de Dios seguimos viviendo. Él espera nuestra conversión…Demos gracias al Padre misericordioso…Él no se olvida de tener misericordia…” (Sermón 1309-11)
Esto es lo que predicaba San Antonio de Padua en el siglo XIII, pero más importante es ver que toda su vida estuvo repleta de obras de misericordia, perdonando a los pecadores y atendiendo a los pobres, enfermos y afligidos que encontraba en su camino.
En nuestro tiempo, es el Papa Francisco quien en todo momento, nos invita a la misericordia con frases como estas:
"El estilo de Dios no es impaciente como nosotros, que frecuentemente queremos todo y enseguida, también con las personas. Dios es paciente con nosotros porque nos ama, y quien ama comprende, espera, da confianza, no abandona, no corta los puentes, sabe perdonar. Él nunca se cansa de perdonar, pero nosotros a veces nos cansamos de pedir perdón… ¡No nos cansemos nunca! Él es un Padre amoroso que perdona siempre, que tiene un corazón de misericordia para todos nosotros. Y también nosotros aprendamos a ser misericordiosos con todos.”