El Santuario debe convertirse en referente y edificarse en medio del Pueblo.[1] La figura del Templo se sublimará en el Apocalipsis. El cielo se ha convertido en el Templo por excelencia, el lugar en el que se reúnen los justos para vivir eternamente en compañía de Dios.
Hay acontecimientos que, como el agua bajo los puentes, pasan por nuestro espíritu sin que, apenas tengan influencia en nuestra manera de ser o sentir. Otros, por el contrario, nos penetran muy dentro del alma y cambian nuestra visión del mundo. En mi caso, ese terremoto sucedió el día en el que entré en una pequeña iglesia románica de un perdido pueblo del noroeste de Castilla.
La luz de la mañana, transformada en profundo halo, había inundado los tenues espacios que componían el pequeño templo hasta convertirlos en seres animados, que me invitaban a la extasiada contemplación del equilibrio que componía el silencio. Entre aquellas nobles y vacías paredes encontré mi lugar soñado. El aparente vacío confortaba mi espíritu con la vigorosa fuerza del misterio. Me había franqueado la entrada la guardiana del templo y me hallaba absolutamente sólo. Nadie me esperaba, podía dedicarme a pensar. Por la ventana, que se abría al este, tras el altar que presidía el lugar, se presumía el límpido azul del cielo de la primavera castellana.
Una joya del Prerrománico
Joya de los últimos tiempos del Prerrománico o de los primeros del Románico, aquella visión constituyó el preludio de una pasión que, aún hoy, me sigue poseyendo. Por ello, creo llegada la hora de rendir un pequeño homenaje a los hombres y mujeres de aquellos tiempos, a quienes inventaron el arte religioso más humano de la Historia. Muchos de ellos tuvieron que atravesar la barrera del año 1.000. Cuando parecía que el fin de los siglos había llegado y con él, el momento del Juicio Final. Ellos fueron los fundadores de Europa.
Cuando, en el año 987, Hugo Capeto llega al poder en Francia, la tardo antigüedad ha muerto definitivamente. Un régimen, el Feudalismo, está naciendo y con él, una nueva organización social, que gira en torno a Dios. El Teocentrismo, acuñado durante el período carolingio, se fortalece. En el momento en que comience el siglo XI y los miedos del fin del mundo vayan desapareciendo de la mente de los cristianos se reforzarán las bases de esa nueva Sociedad.
Como Adalberto señalara, los campesinos, trabajan, los clérigos rezan y los caballeros, luchan. La convivencia no debió resultar sencilla ni para unos ni para otros, aunque parece que quienes quedaban en peor lugar eran los campesinos.
La importancia de Cluny
Con el paso del tiempo, Cluny, eleva el papel social de los monjes como rama desgajada del clero regular. Los monasterios reúnen su propio patrimonio. Se convierten en instituciones independientes. Se convierten en recintos dedicados al saber, al trabajo y a la meditación. De la mano de sus monjes, los clásicos griegos y romanos regresarán a Europa. Gentes de vasta cultura fomentarán una Europa más humana y soportable.
En las antiguas villas, ahora reconstruidas con nuevos objetivos, algunos artesanos y muchos comerciantes reúnen importantes cantidades de dinero y riqueza. Gracias a sus fortunas logran independizarse de la nobleza creando su propio mundo. Las catedrales románicas se convierten, junto con los mercados, en los centros de referencia de las prósperas urbes. Europa Occidental se articula alrededor de sus ciudades, comunicadas entre sí por caminos cada día más seguros.
Es posible que el románico; heredero del prerrománico, naciera, en el siglo X, en el norte de Italia, extendiéndose rápidamente por Francia y el norte de España. La Sociedad se hace bipolar. El feudalismo rige una economía rural, mientras, en las ciudades se está comenzando a formar el capitalismo comercial. Muy pronto, los intelectuales perciben el choque de ambos mundos. Los caballeros y su organización feudal se convertirán en remembranza del pasado, mientras, los comerciantes anunciarán la llegada del nuevo Orden. El gótico, un arte más recargado, se impondrá antes de que muera el románico. Europa ha dado un nuevo paso en su proceso modernizador.
El nacimiento del culto a Santiago, en Galicia, propicia la construcción de una serie de bellas iglesias rurales. Sus moderadas medidas, el uso magistral de la luz y la distribución de sus ornamentos interiores, favorece el recogimiento y la espiritualidad. Como alguien escribió en la época, son recoletos lugares que recuerdan al Paraíso. Están, muchas de estas iglesias, anexas a monasterios cluniacenses, rodeadas de cementerios y enclavadas en bellos lugares.
Aunque la catedral se ha convertido en refugio de quienes se hallan abrumados por el penar, las iglesias pequeñas son lugares más propios para encontrar curación para los males del cuerpo y del alma.
A veces, contemplando sus paredes desnudas he pensado en los frescos originales que las recubrían. Lección de religión y fe, pero también, espacio de esperanza para quienes, en la soledad de la primera luz de la mañana, sintieran cómo la Aurora rozaba sus sienes permitiéndoles creer en un mundo mejor.
[1] Éxodo, 25 y s.s.