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Catolicismo social en España: Mons. Zeferino González

Escritor

Además fue un eminente filósofo y teólogo e impulsó la restauración tomista y escolástica en España. En 1877 expidió una circular a la diócesis de Córdoba para la creación de “Círculos de Obreros”, con el fin de integrar en ellos a los trabajadores, proporcionarles formación cristiana e instrucción general, así como trabajo si lo necesitaban, crear cajas de ahorros para el socorro en caso de enfermedad o inhabilitación y ofrecerles medios de expansión y recreación, sobre todo en los domingos y días festivos. En unos pocos meses, existían ya en unos 20 pueblos y al final del año casi en 50. En el terreno de las ideas, Fray Zeferino ya había redactado en 1862 un estudio sobre La economía política y el cristianismo, cuando era profesor en la Universidad “Santo Tomás de Aquino” de Manila (Filipinas), fundada por los dominicos; en él criticaba las teorías de Adam Smith, Stuart Mill, Malthus, Proudhon, Blanqui… y defendía una verdadera economía política cristiana, basada en el pensamiento tradicional católico y como solución para el problema obrero.

La cuestión social en el tradicionalismo carlista del siglo XIX

            No debemos olvidar la defensa católica que de las clases campesinas y de los pobres venía haciendo el tradicionalismo carlista español, cuyos diputados en las Cortes atacaron con dureza las medidas liberales que, a través de las diversas desamortizaciones (de bienes de Órdenes religiosas en 1835, y de hospitales y centros de beneficencia, universidades y municipios en 1854), estaban afectando muy negativamente a esos sectores. Con razón el pensador y diputado carlista Antonio Aparisi y Guijarro (1815-72), valenciano, fustigó al liberalismo por estos atentados contra lo que denominó “el patrimonio de los pobres”. Además, el carlismo tuvo un componente social muy importante en las regiones donde más fuerza presentaba (Navarra, Vascongadas, Maestrazgo, norte de Cataluña…), defendió los bienes comunales contra las agresiones del capitalismo agrario, acogió los principios modernos del catolicismo social y dio origen a algunas cooperativas agrarias y cajas de ahorros. El pretendiente Carlos VII llegó a afirmar en 1869 que, “si el pueblo está pobre, vivan pobremente hasta los ministros, hasta el mismo rey”. En realidad, la vinculación del tradicionalismo político y del legitimismo monárquico con el catolicismo social se produjo también en Austria (Vogelsang…) y Francia (de Mun, La Tour du Pin, Harmel…); es evidente, frente a lo que muchos pueden pensar, que el tradicionalismo mostró siempre una fuerte sensibilidad social. Más adelante nos referiremos a pensadores carlistas del siglo XX como Vázquez de Mella y Víctor Pradera.

Las cajas de ahorro en España en el siglo XIX

            En la lucha contra la usura y los abusos bancarios, debemos hacer mención del desarrollo espectacular de las “Cajas de Ahorros” por toda Europa, impulsadas con frecuencia desde el catolicismo social. Se trata de entidades crediticias de carácter benéfico-social, regidas en régimen de patronato y con la colaboración técnica de profesionales, orientadas hacia la asimilación del proletariado, ayudándole a convertirse en propietario por medio del ahorro. Por fijarnos en el caso español, la Caja de Ahorros de Madrid se acabaría uniendo con el Monte de Piedad ya existente. Su puesta en funcionamiento en 1838 se debió al esfuerzo conjunto del marqués de Pontejos (Joaquín Vizcaíno), de Mesonero Romanos y del financiero Acebal y Arratia, que contaron con la colaboración de los arzobispos Bonel y Tarancón, muchos párrocos madrileños y varios nobles, banqueros, políticos y escritores con conciencia social. Algo antes había nacido la de Jerez, en 1834, y en 1842 surgiría la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de La Coruña, vinculada al convento de capuchinas.