Dice el refrán que, arrimarse a la boca del lobo es de hombre bobo. Sí, es una persona botarate, de poco juicio, alborotador nada más. Y
como en la vida de cada persona no faltan, con mayor o menor frecuencia, con mayor o menor intensidad, penas y sufrimientos que tienden a producir diversos sentimientos de intranquilidad y de tristeza, es muy sensato esto que decía un teólogo: “Pon en tu cabeza el peso de las verdades eternas: en tus labios, la oración; a Jesús en tu corazón y el mundo a tus pies, y tendrás calma y paz.”
Los medios adecuados para lograr algo, siempre son necesarios; dice un aforismo romano que “la escalera ha de barrerse empezando siempre por arriba.” La Biblia trae varios ejemplos de lo eficaz que es poner los medios necesarios para lograr algo, y uno es el de Naamán, jefe del ejército del rey sirio. Estaba Naamán leproso, y una joven judía criada de su mujer, le dijo; si va a Samaria, al profeta Eliseo, será curado. Naamán
llegó con su carroza a la puerta de la casa de Eliseo, y este le mandó un mensajero que le dijo: “Ve al Jordán y lávate siete veces y tu carne volverá a ti y quedarás purificado.” Naamán se irritó, pues Eliseo no se dignó salir de su casa y ver a Naamán. Con sencillez los servidores le dijeron: “Padre, si el profeta hubiese exigido de ti cosa difícil, ¿no lo habrías hecho?” Naamán les hizo caso, se bañó tal como le indicó el profeta y quedó limpio de la lepra.
Un chiste, cuento para que se vea que hay que poner los medios necesarios para lograr lo que se necesita: “Quisiera una cama resistente. Muy bien, pero el señor no me parece muy corpulento, le dice el conserje del hotel. Lo sé, pero es que tengo un sueño muy pesado.” Así que medios adecuados para los fines, pues el molino muele lo que le echan, ¿eh?