El mar sosiega su ira, redímense encarcelados, miembros y bienes pedidos, recobran mozos y ancianos.
Así reza el famoso responsorio de San Antonio.
¡Cuéntenlo los socorridos!,
remata en su segunda estrofa.
Te convoco, con tiempo, para que puedas implorar una vez más su auxilio y, también, darle las gracias por su protección y amparo.
Ya vemos en el horizonte su gran fiesta. Como suscriptor y miembro de esta gran familia de EL PAN DE LOS POBRES, te has puesto bajo su am[1]paro y protección. Manifiésta[1]le tus deseos.
Escríbele con el corazón: llevaremos tu agradecimiento y tus súplicas a sus pies, en Padua. Y besaremos la tumba pensando en ti, como si fueras tú.
Confíale ese asunto especial que te preocupa. Durante los días de la Novena, el sacerdote lo tendrá presente en las intenciones de la misa. Tu carta a San Antonio estará guardada junto al altar. Después, la llevaremos en tu nombre hasta la Basílica de San Antonio, en Padua. Allí la depositaremos, junto a los ex-votos que confirman la veracidad del famoso responsorio: si buscas milagros, ¡mira! [1]